El proceso iniciado en enero de 2013 contra José Luis Baltar, cuando el titular del núm. 1 de los juzgados de instrucción de Ourense, Leonardo Álvarez, admitía a trámite la querella presentada por el Fiscal Jefe de la Audiencia de Ourense, era tan extemporáneo como ahora el alcance de la sentencia es de imposible aplicación: a Baltar Blanco no se le puede retirar de aquello de lo que ya entonces, en 2013, se había retirado él.
El proceso desde el mismo momento en que arrancó tenía, por tanto, mayor proyección política que cualquier otra, por mucho que a la Justicia pueda desagradar. Difícilmente ya entonces se podía pensar en una proyección económica del asunto obligando a Baltar Blanco a indemnizar llegado el caso, como así ocurrió.

Los nacionalistas hablaban entonces de que podía ser un "lavado de cara" de la propia Fiscalía; los socialistas avisaban de que acabaría "salpicando" al actual presidente; el propio PP aseguraba que sólo 6 de los 104 colocados habían llegado a ser compromisarios en el Congreso Provincial de enero de 2010; Baltar Blanco, el hijo y ya su relevo en la Deputación, pedía "respecto" para su padre; y el padre decidía el 10 de enero ponerse y poner al margen al PP pidiendo la suspensión temporal de militancia del partido.
Movidas todas las fichas de la partida de cada cual, la sentencia sólo hace confirmar un proceso extemporáneo que concluye, como tal, con una sentencia inejecutable por cuanto aquello que le impone a José Luis Baltar lo lleva haciendo el propio Baltar Blanco hace unos dos años.

La proyección de la sentencia, como ya ocurrió con el proceso judicial desde el momento de su instrucción, servirá más a los intereses políticos que a los de la propia justicia. Y castigará en tal ámbito más a su hijo, Manuel Baltar, que el propio fallo castiga al padre, José Luis Baltar.
Baltar, el padre, dejó una frase lapidaria cuando aquel 10 de enero de 2013 anunció que había pedido la baja temporal del PP para no perjudicar a su partido: "Cada un enterra ao seu pai como pode".
Aquella decisión la adoptó el padre después de que Núñez Feijóo hablara con su hijo del asunto. Ahora no puede decir otra cosa que lo que está diciendo: que la sentencia que le condena no deslegitima al hijo para ocupa los cargos que ocupa.