Qué hay de lo nuestro

 
  
 
  Maria Amparo, José Manuel, Miguel Ángel, Roberto, Antonio, Maria Luisa, Aurelio Domingo, y Maximino; y Pachi, Laura, Pablo y Mari Carmen; y Iago y Maria Teresa son catorce ourensanos que llegan perfectamente a fin de mes. Ningún apuro, todo lo contrario. Ninguno de ellos pertenece al vasto gremio de ourensanos diseminados por todo el territorio español a la procura de sobrevivir a costa de alguna plaza de funcionarios de prisiones, Correos, maestro de escuela y lo que se tercie. Cada año salen a miles porque se rompen la cabeza en una oposición tras otra, conscientes de que la supervivencia en esta provincia es poco menos que imposible. Tampoco a ninguno de ellos les va mucho en eso de que los pensionistas ourensanos tengan a fin de mes las percepciones más bajas de este país. Y, por supuesto, a cualquiera de ellos les preocupó en realidad tanto que el Plan Estratéxico de Ourense fuera algo más que una entelequia, como a Baltar colocar a su amado hijo lejos de la miserable realidad de esta provincia. Cualquiera de ellos y todos ellos no tienen nada que ver con todos los demás.
Todos ellos, los ocho del PP, los cuatro del PSOE y los dos del BNG, han estado perfectamente de acuerdo en distanciarse todavía más de los demás. No nos engañemos, en los tiempos que corren la realidad económica condiciona todas las demás, como mínimo. Lo condiciona prácticamente todo. Cuando la pobreza llama a la puerta incluso el amor salta por la ventana, ya lo decía la canción. ¿Será que lo saben por eso pretendieron sustraer al conocimiento de todos que se han subido el sueldo un 10%? La Mesa del Parlamento de Galicia despachó una reunión secreta para subirse el sueldo sus señorías. Y nadie rechistó, el acuerdo fue unánime, ni siquiera la más mínima discusión. Aquí sí que no se ha hecho demagogia, ni ejercicio de principios políticos ni de programa. Se ve que en lo que realmente les importa están de acuerdo, perfectamente de acuerdo, igual sean populares, socialistas o nacinonalistas.
Los ejemplos esgrimidos en este medio, son suficientemente demoledores para la catadura y la caradura que han desarrollados en nueve meses estos sujetos salidos de la voluntad popular un 19 de junio del año pasado. La presidenta del Parlamento amasa solo en dos meses más de lo que la media de los hogares gallegos consigue en un año. El CES, Consello Económico e Social de Galicia, alertaba el pasado mes de octubre de que en los últimos diez años esta Comunidad ha crecido medio punto por debajo de la media de España. Pues nada, cinco meses después los 75 elegidos para el Parlamento de Galicia han decidido acelerar por su cuenta sus cuentas (seguro que nada corrientes), y compensar así la lentitud económica con la que progresamos el resto de los gallegos.

A este Ourense resignado a perder cada año miles de jóvenes que emigran por la puerta de atrás de estadísticas que mienten tanto como el IPC anual, catorce sujetos traen a final de mes a sus cuentas particulares casi 12 millones de pesetas. Sólo tres de ellos, entre los que está "el niño" de Baltar, amasan cada mes casi cuatro millones de las viejas pesetas. A fin de cuentas no tiene por qué importar tanto gobernar o haber dejado de hacerlo si a final de mes cobras casi un millón, trescientas mil pesetas, 7.692 euros.

Este tipo de cosas, de acuerdos, de connivencias, de unanimidades sin la más mínima discursión, de intereses compartidos, de complicidades de marias-amparos pepés con tereixas benegás; de pablitos socialistas con maximinos populares y de Santalices con Pachis, son al final lo que acaba disponiendo mi condición y la de algunas y algunos como yo. Esa condición de malvivir en la general desconfianza, de resistir libertario, de la utopía como el único recurso, del refugio en el pragmatismo, de no fiarte de ninguno de ellos porque sabes que en lo que de verdad cuenta para ellos estarán de acuerdo llegada la ocasión, y de constatar, llegada la ocasión, que lo peor es que lo que de verdad para ellos cuenta es "lo suyo". ¿Quién ahora entre todos, los setenta y cinco, se atreve con aquel "qué hay de lo mío" con el que Quintana reprochaba al PP su modo de gobernar Galicia todos estos años?...

Qué hay de lo nuestro.
Qué sigue sin haber, señorías.

 
 
  
 
 
  
 
 
Marzo de 2006