Desinterés general

 
 
 
 
 
Del 9 al 15 de Mayo de 2016
 

En pleno ICC Week en la capital ourensana, el Concello de Ourense tomaba nota de otra concesión desierta, la de la Red Wifi de esta ciudad. Mientras Baltar Blanco hablaba de su Smart Province para poner a un clic los servicios más necesarios y la oferta cultural en cada momento, entre otras opciones, la capital se daba de bruces con otra iniciativa que no interesa. No dejan de ser preocupantes las pocas expectativas que esta ciudad es capaz de generar, incluso en algo que debería interesar en tiempos que se han dado en llamar de la sociedad de la información. Pero vamos de carajo...

Con este y otros ejemplos uno no deja de preguntarse para qué, realmente, acabará sirviendo el AVE en Ourense, si para traer gente a esta ciudad o para que más ourensanos salgamos de ella. Mientras dibujamos expectativas más que dudosas en torno al termalismo, nuestro patrimonio y la gastronomía, por ejemplo, no deja de ser frustrante la poca, poquísima, capacidad que tenemos de generar sinergias. Y es posible que toda la culpa no sea sólo de los políticos. Esta misma semana quedaba escrito que Ourense tendrá que aliarse con las redes sociales y las opciones digitales para venderse más allá de nuestras fronteras. Pura teoría a tenor de la fe que las empresas demuestran a la hora de hacerse con la concesión de mecanismos vitales para ello como es la Wifi. No es que no sea así, es, quizás, que no confían en nosotros. Y no es asunto baladí, aunque a muchos les pueda parecer irrelevante.

Pero es un caso más, no el único. Aún colean los efectos de que ninguna empresa se haya interesado por la gestión de la Praza de Abastos de A Ponte, y el recinto ahí sigue, cerrado tras haber sido remodelado, casi seguro que resplandeciente como todo lo nuevo. Y dudo que sea sólo una cuestión económica relativa a los algo más de 50.000 euros/año fijados para la concesión. Y dudo también que su resolución tenga nada que ver con que el alcalde de la ciudad ya haya dicho que el Concello no podrá o no se hará cargo de su gestión, la gestión pública del recinto y el servicio. No interesa un servicio moderno como es el de la Wifi, pero tampoco interesa la gestión de un servicio tradicional donde los haya como es un mercado.

No es de ahora. En una ciudad en la que el trabajo es inversamente proporcional a la febril actividad de los automóviles, siendo alcalde Poly Novoa el Concello de Ourense ya se estrelló con otro concurso que quedó desierto por falta de ofertas, el del parking de A Ponte. Y no fue ni el único ni el primero, porque ya se había hecho el amago de otro en la Estación de San Francisco con entrada desde Peña Trevinca antes de que en ese suelo se levantara el actual colegio Irmáns Villar. También agua. En una ciudad con una media de 120.000 vehículos/día por nuestras calles, tampoco interesan los aparcamientos, qué puede interesar... Pero hay explicación: en un par de días un par de técnicos de cualquier empresa que pudiera estar interesada en el asunto, pueden constatar con meridiana claridad que en esta ciudad lo de que cada uno hace lo que le da la gana con su coche es directamente proporcional a las numerosas plazas libres que hay a diario en los aparcamientos ya existentes. O que la ORA es cualquier cosa menos una ordenanza dirigida a regular los tiempos de aparcamiento. Y, por supuesto, un puro mecanismo recaudatorio: pagas, luego aparcas y en paz. Que nos vaya bien o que nos convenga no quiere decir que sea lo que tendría que ser.

Este miércoles, el Parlamento de Galicia aprobaba una proposición no de ley con la abstención de BNG y AGE favorable a la Autovía Ponferrada-Ourense y pidiendo a Fomento que impulse la A-76, que no la dilate. La proposición la defendía el popular Moisés Blanco y la basaba en la conveniencia de convertir Valdeorras en la puerta de Galicia por la tercera vía de alta capacidad, igual que comunicar mejor esta comarca con la capital ourensana de la que Valdeorras depende administrativamente. Yo añadiría la perentoria necesidad de no permitir Ourense que Valdeorras se nos aleje más. Hace mucho tiempo que las gentes de esta comarca tienen a Ponferrada tan cerca como a Ourense tan lejos. Y lo que es peor, a los ourensanos indiferentes. No es sólo una cuestión de distancia física y geográfica, sino también emocional. Ese es el problema.

Esta ciudad es una amalgama de pueblos y provincia, de gentes y paisanaje, en la que llevamos muchos años mirándonos al ombligo unas veces, resignados a vivir con nuestras limitaciones otras, e incapaces casi siempre de experimentar siquiera la menor emoción ante cualquier cambio, ante lo nuevo o ante cualquier expectativa de futuro. Curiosamente llevamos décadas viviendo de expectativas, pero no van más allá que las de un puesto de trabajo que el político de turno multiplica cuanto le da la gana mientras dilata la resolución del concurso para que la expectativa produzca el milagro de los panes y los peces en las urnas. Es probable que el problema y la solución esté en nosotros, pero difícilmente se puede confiar ya en que Ourense sea capaz de gritar algún día como lo hizo Teruel que existimos. A este paso vamos camino de dejar de interesar lo más mínimo, de alejarnos cada vez más y de que el AVE se convierta en el mejor aliado de nuestros jóvenes.

 
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