Es urgente y necesario traer a la ministra de Medio Ambiente a Ourense. Rosa Aguilar, cordobesa de nacimiento y alcaldesa de Córdoba desde el 1999 hasta el 2009, debe saber donde queda Ourense lo que yo de China, por los mapas, el Google y poco más.
Y además, o le traiciona la memoria o está en la inopia.
Justo cuando A Baixa Limia reclama a su hombre de los ríos que haga algo con la cloaca tóxica y maloliente en la que se ha convertido el Embalse de As Conchas, y su hombre de los ríos no tiene reparos en reconocer públicamente que nos pongamos como nos pongamos Iberdrola sacará adelante su proyecto mega rentable que bautizó como "Santa Cristina", Rosa Aguilar larga 300.000 euros (50 millones de las viejas pesetas) para poner en marcha la "Ruta de los ríos".
Lástima que no haya incluido al Limia en esa ruta, estando lo hermoso que está a la altura de As Conchas.

Si le hubiera preguntado a su hombre de los ríos, ese señor que también ha decidido morar en la inopia pudiera haberle dicho que para cuando la ruta estuviera disponible ya habría llovido. Como Carlos del Álamo siendo conselleiro de Medio Ambiente dijo que el mayor aliado de la campaña contra incendios de la Xunta era la lluvia y Ourense ardía por los cuatro costados.
Efectivamente, no tardó un año entero en dejar de arder la provincia, y luego volvió a arder. Y Carlos del Álamo ya no era conselleiro. Conclusión peregrina pero totalmente válida para semejantes lumbreras como el hombre de los ríos: la culpa no era de Carlos del Álamo sino del tiempo.
Conclusión y aviso al respecto del hombre de los ríos, Fernández Liñares: no pidáis que lo cesen porque lo blindareis.
Y lo que es peor: visto lo que acaba de hacer la ministra, ¿quien nos garantiza que con el relevo no fuera aún peor?
Está claro: aquí el caso es que llueva de una puñetera vez, y con ganas.

Pero volviendo al caso, hay que traer a la ministra a Ourense.
Y explicarle a Rosa Aguilar, sobre todo, que aquí, a diferencia de Andalucía, si no llueve vamos jodidos.
A los andaluces la lluvia les suele traer desgracias, pero en Galicia si llueve llegan las soluciones. Ni arde el monte ni las algas se multiplican como una maldición soltando cianobacterias como los malos se clonan en la videoconsola.
Es preciso ubicar a Rosa Aguilar en el Cañón del Sil, explicarle que no se trata de ningún artefacto bélico sino que es Patrimonio de la Humanidad, incluso, que vea que con los embalses que tenemos ya tenemos suficiente, e invitarla a darse un baño en el Embalse de As Conchas que peor fue lo de Fraga en Palomares en 1966 y ahí está don Manuel, vivito y coleando.
Babia existe, y allí iban los reyes de León de caza en la Edad Media para perderse de la plebe y sus ordinarios problemas. Las Hurdes también existen, como tuvieron ocasión de comprobar los Reyes de España en abril de 1998.
Ahora es urgente y necesario que Rosa Aguilar nos conozca.

Claro que tenemos un problema: su predecesora en el cargo fue Elena Espinosa, y no es probable que ni ella ni los socialistas ourensanos estén por la labor. Lo mismo que el señor de los ríos, no vaya a ser que la jefa conozca de primera mano su ingente labor por estos pagos.
Siempre nos queda Pérez Bouza, que dio a entender un día que tenía un cierto feeling con la entonces nueva ministra.
Y luego, claro está, siempre nos queda esa gran bendición para nuestra tierra sólo comparable a las propiedades del plástico en la industria de los años 80: la lluvia.

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