Destruir es barato

 
Por PEPE D.
 
 
 
 
11 de JULIO de 2011: OURENSE DIXITAL

Hace ya tiempo que pasó a mejor vida el debate entre las potencialidades turísticas de As Trevincas y el pan para hoy que sigue siendo la pizarra.
Ciertamente el pan de la pizarra sigue siendo para hoy igual que ayer y anteayer fueron tiempos de esplendor, y la hora de la eclosión de las potencialidades naturales y medioambientales de esta zona del oriente de esta provincia no ha llegado nunca ni llegará jamás.
Hoy en día Peña Trevinca es un conglomerado de agujeros negruzcos en las laderas escarpadas de este macizo montañoso, atormentado por el trasiego de la maquinaria pesada y poblado de rudos hombres y mujeres curtidos por el duro trabajo de las canteras y el cortado de la pizarra.

Mientras tanto, en la cima de la estructura empresarial unos cuantos siguen forrándose. También ellos son rudos empresarios, acostumbrados a hacer valer el peso de su dinero por encima de cualquier razón y cualquier nimiedad que pueda poner en peligro el ciclo productivo, su negocio.
Pocas palabras, nula negociación y, si es preciso, se paga lo que haga falta. Siempre ha sido así en esta tierra donde lo mejor es hacer pocas preguntas y esperar aún menos respuestas.
Por contaminar siempre se ha pagado. La función ha hecho el órgano, la sanción es una deformación del sistema, un recurso rentable una vez tras otra. Por eso se contamina a esgalla, se vierte dónde y cómo se quiere, se ha destruido cuanto se ha querido. Y muchas veces no se ha pagado ni un chavo.

Unas cuantas administraciones llevan año y medio decidiendo cómo y cuánto multar a una pizarrera que ha arrasado con el Regato do Valborraz y A Cidade dos Alemáns en febrero de 2010. Año y medio para concluir que por 9.000 euros se puede hacer un daño tres veces mayor en solamente la cuenca fluvial. A los vestigios de los alemanes en su fiebre por el wolframio en plena Segunda Guerra Mundial es decir, a la Cidade dos Alemáns, que le den.
Ninguna voz se ha alzado en Valdeorras contra la desidia sistemática de las administraciones por conservar, siquiera mínimamente, uno de los mayores legados históricos de estas tierras. Así que la alcaldesa de Carballeda de Valdeorras no tiene por qué sentirse preocupada por el cúmulo de años que lleva haciendo muy poco o nada al respecto.

Cuando se haya cerrado el ciclo administrativo con el último recurso de los abogados de la empresa, tocará pagar. Es un final calculado, una resolución predecible y un coste rentable. Siempre ha sido así, por eso As Trevincas están como están.
La Administración está de su parte. Si ya ofrece muchas dudas que pagar por contaminar sirva realmente para algo y menos para evitar que se contamine, es obvio que pagar tan poco no sirve absolutamente para nada. Es ridículo.
Es lo de siempre, muslitos de pollo en dientes de caimán.
Y así nos vamos muriendo.

peped@galipress.com  

 
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