¿Volver a empezar o empezar a seguir?

 
Por PEPE D.
 
 
 
 
1 de JUNIO de 2011: OURENSE DIXITAL

Cuatro años llegan para empezar y ocho deben ser suficientes para ir terminando. Igual que en ocasiones la tercera legislatura ha sido nefasta para algunos gobiernos, difícilmente una sola, cuatro años, sirven para consumar nada y dar la verdadera talla de una gestión. Es muy probable que dentro de dos años sea lo que pida Núñez Feijóo para que no le ocurra lo que al bipartito hace otros dos.
Con la legitimidad que ampara cualquiera de las decisiones que tomen el jueves las bases del BNG, no es menos cierto que al menos un poco han colocado al futuro gobierno de Ourense en una situación incierta.

Sutilmente el socialista Rodríguez ha dejado caer este martes que el gobierno que ha de llegar ha de ser un gobierno “de continuidade”. Para proseguir lo iniciado, para completar, consumar lo que está en marcha. Dicho así, Rodríguez da incluso a entender que ya no será poco terminar lo que se ha empezado, que puede incluso llegar con centrarse en ello. Y no es poco, sino al contrario, partir en una legislatura con el horizonte de la próxima absolutamente definido, las tareas marcadas y la obra perfectamente proyectada.
No en vano quería para sí el candidato del PP toda la gestión del AVE, chámalle parvo...

Las bases del BNG decidirán el jueves si plantean un pacto de gobierno para toda la legislatura, global, fiel y duradero desde el primero hasta el último día, o si lo que ofrecen a los socialistas son acuerdos puntuales. Tan legítima es una opción como la otra, insisto.
La segunda, la de los acuerdos puntuales, es, si acaso, la democracia en una esencia más pura, pero seguramente no es la que ahora prefieren los socialistas con el propio Rodríguez a la cabeza. Acuerdos puntuales suponen negociación permanente y continuada, pero lo que es más higiénico desde el punto de vista democrático puede acabar siendo muy poco práctico y lastrando la propia gestión municipal, que, a su vez, debe ser la esencia de todo gobierno.
Un pacto global, por contra, supondría un compromiso de raíz con las competencias suficientemente fijadas, a cada uno en su sitio y cada quien a lo suyo. Vamos, lo que ya tuvo el Concello de Ourense.

Y he aquí el problema: lo que ya tuvo el Concello de Ourense puede servir para cuestionar el sistema a la futura oposición igual que ya sirvió a la anterior, como genera recelos en el propio seno de las bases nacionalistas. Los primeros volverán a crucificar los bipartitos hasta convertir el asunto en soporte de su discurso, mientras los segundos se aferrarán a que es más prudente un sistema que en todo momento permita revisar actitudes y comportamientos del socio ante temas de tanto calado como pueden ser el nuevo PXOM, la llegada del AVE o el manido Termalismo.
En tal caso, desde, insisto, la legitimidad democrática que asiste a la militancia del BNG para adoptar la decisión que crea conveniente, deberían tenerse en cuenta tres cosas: que el nuevo gobierno de Ourense será continuación del anterior, los mismos sólo que el PSOE con 3 más y el BNG con 3 menos, pero en esencia el mismo gobierno lo pinten como lo pinten; que, en consecuencia, formular ahora un gobierno en base a acuerdos puntuales es reconocer explícitamente que el bipartito fue malo y que existe desconfianza hacia el socio, con el argumento que eso genera para la oposición durante toda la legislatura; y tercero, que los sistemas los hacen buenos y los vician las personas, y que con eliminar tenencias, dobles cajas y otras zarandajas producto de algunos personajes de infausto recuerdo en este Concello lo mismo que en el BNG, no tiene por qué volver a ocurrir.

peped@galipress.com  

 
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