Unos eligieron mal, o al menos no todo lo bien que hubieran querido, y a los otros no les dejaron elegir.
Es la gran diferencia que hay entre populares y nacionalistas, Rosendo e Isabel. Hace por estas fechas un año los dos estaban más o menos igual, con el candidato decidido.
Ahora, a lo que ella dice, el popular le ofrece a la nacionalista la alcaldía y “o que quixera” para que su jefe, Baltar Blanco, salve los trastos en la capital o culmine el exitoso paseo triunfal que dice el jefe de los populares que se dieron el pasado 22-M por esta provincia. Depende como se mire.

Todo esto pasa cuando comienza una de las dos semanas decisivas para el gobierno del Concello de Ourense de los próximos cuatro años. Y también para el BNG. De ahí que no quepan más fallos por parte de los nacionalistas si quieren parar la sangría de votos que llevan acumulando en los dos últimos comicios locales, en los que primero perdieron más de 3.000 votos y recientemente otros 6.000. Demasiada renta perdida para incluso cualquiera de las dos formaciones que manejan mayor porcentaje de votos que el BNG, demasiado para cualquiera.

No más fallos supone colocar el suelo y el techo donde deben estar para no desafiar la gravedad por su punto más crítico, aquel que ya no te permite saber donde tienes la cabeza y los pies. Si con ello especularon los de Isabel Pérez cuando se abrieron a la posibilidad de pactar con el PP, o fue el calentón típico de un primer momento o ganas de jugar el ratón con el gato con algo que se antojaba incluso como un suicidio político para los nacionalistas de intentar, siquiera, materializarlo. Por eso, aún en este último caso, no era prudente dejarlo durar demasiado.
Ahora que la lógica empieza a colocar todo en su sitio, Isabel Pérez va dejando escapar las tentadoras ofertas que le habría hecho llegar Rosendo Fernández, aquel que se habría olvidado de que sólo hacía unos días en sus ataques a la desesperada le había hecho responsable del affaire de los Paneles Informativos y había exigido su dimisión.
Mal asunto, ahora que el caso de los Paneles ha recobrado validez política porque quienes son sus responsables ante la justicia han querido proyectarlo a las urnas, y el BNG ha constatado que también, como el PP, tiene cabreados justicieros en Seixalbo, por ejemplo, a los que sólo les faltó votar Democracia Ourensana. Si es que alguno no lo hizo.
No dejan de ser curiosas las similitudes, factores que han jugado en contra de ambos propiciando que nadie como el PSOE haya rentabilizado en las urnas el pasado 22-M los últimos cuatro años en el Concello de Ourense.

La situación coloca a los nacionalistas, a la fuerza, en la tesitura, como queda dicho, de no cometer más errores: empieza a ser ahora o empiezan a desaparecer definitivamente del Concello de Ourense. Lo ocurrido el pasado 22-M, incluso el sólo reparto de escaños, produce tantas interpretaciones casi como se quiera, pero también la de que la fuerte subida del PSOE capaz de compensar la caída del BNG, les da a los nacionalistas la oportunidad de construir una sólida recuperación en los próximos cuatro años.
Es decir, la ocasión para demostrar Isabel Pérez, Marta Arribas y Fernando Varela que en verdad tenían razón, que el electorado no supo valorar un trabajo mejor hecho de lo que las urnas reflejaron, del que quizá se aprovechó el PSOE, pero al que sobre todo castigaron aquellos del propio BNG que fueron víctimas del proceso de depuración interna del partido.
En la pérdida de votos va su penitencia, la purga del 12 de junio de 2010 se cobró sus escaños, fin de ciclo, ya no puede haber peores castigos que la revancha implacable del pasado 22 de mayo.

peped@galipress.com