Alguien debería explicarle al alcalde de Ribadavia que en este país las cosas no pueden funcionar así. Que un alcalde, por muy socialista que sea o que se crea, no es quien para justificar que su concello no pagará no sólo porque no pueda, sino porque, además, los acreedores son empresas potentes y "non precisan os cartos".
El alcalde de Ribadavia no es quien para juzgar si tal o cual empresa necesita o no el dinero. En todo caso es su dinero, y lo que el Concello de Ribadavia tiene que hacer es pagar lo que debe, como en este país tenemos que hacer todos y cualquier ciudadano.

Actitudes de este tipo desprestigian el ejercicio de la política. Quizá su propio partido debería decírselo al alcalde socialista de Ribadavia. Igual que ya es el colmo que la Ley que ha fabricado el PP y que uno considera sencillamente escandalosa, la aplique el primero un alcalde socialista. Suficiente para preguntarle a Marcos Blanco por qué cuando gobernó Zapatero no llamó a Moncloa para pedir a un presidente amigo algo como lo que ahora ha fabricado Rajoy. Sencillamente vergonzoso.

Luego está el aspecto de la gestión de los propios recursos, dineros, tasas e impuestos, del Concello de Ribadavia.
El Concello le debe a Sogama por quemar la mierda de Ribadavia y a Congalle por recogerla más de 450.000 euros. Se supone que ese dinero tuvo que recaudarlo el Concello de los contribuyentes, de los vecinos de Ribadavia, a no ser que en Ribadavia no se pague tasa alguna por la recogida de la basura. Luego, ¿a qué dedicó, donde gastó y cómo gastó ese dinero el alcalde de Ribadavia?

Sea como fuere, ya se puede sentir orgulloso el alcalde de Ribadavia. Su Concello se ha declarado en rebeldía de pagos. Si no tuviera la suerte de ser un cargo público y el Concello una institución municipal, ahora mismo Marcos Jorge estaría al frente de una quiebra técnica.
Y a lo que se ve, aún parece sentirse orgulloso.