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PXOM 2003: Del bucle al Flipper
 
Por GRINGO VIEJO
 
 
 
22 de MARZO de 2011: OURENSE DIXITAL

Ocho años después de la gran chapuza del PXOM de 2003 el tiempo se detiene y la situación se retrotrae. Pero no a 2003, cuando se aprobó el aborto de Plan cuyo final acaba de sentenciar el Supremo, sino a un poco después de 1980 cuando se empezó a gestar el PXOM de 1986, que es el que ahora vale.
Si algo está claro es, precisamente, que no vale, porque la realidad urbanística de aquella ciudad poco o nada tiene que ver con la de este Ourense.

En el gran bucle en el que ha derivado la situación, bien sea de forma totalmente involuntaria (incluso irresponsable) o bien de algún modo y en cierta medida calculada y auspiciada, resulta que el PP vuelve a tener la manija del urbanismo de esta ciudad. Del urbanismo y de los proyectos del bipartito de cuatro años de mandato, del modelo de ciudad que pensaron socialistas y nacionalistas durante cuatro años, una legislatura.
No deja de ser paradójico e injusto, insisto, que lo hecho y pensado por los que ninguna culpa han tenido del desaguisado chapucero del PXOM de 2003 (a no ser vaticinar que podría ocurrir lo que ocurrió), esté ahora en manos de los autores de semejante aberración urbanística. A los que ahora se coloca ante una doble responsabilidad: enmendar y corregir la situación resultante, y velar por la legalidad de lo que se haga en tanto no exista otro Plan.
Para echarse a temblar, como si no hubiera quedado claro que fueron ellos los que no fueron capaces de hacerlo bien.

Como quiera que la situación es grotesca, esperpéntica, surrealista..., no hay por qué pensar que en lo sucesivo los comportamientos de algunos de los actores del Plan de 2003 cobren el sentido común en el que me atrevo a decir que ya sólo pueden confiar los ilusos.
He ahí lo que acaba de suceder con el solar de la Cidade da Xustiza: la misma mañana en la que el Concello remitía a Santiago la documentación cojonera que se le había pedido desde Presidencia, el presidente, Núñez Fejóo, tendía puentes vía telefónica con el alcalde de la ciudad y se comprometía a colaborar para rescatar a la ciudad del marasmo urbanístico al que la aboca la anulación del Plan del PP, señalaba el propio Francisco Rodríguez.

Ojala me equivoque pero de aquí al 22 de mayo quedan dos meses en los que al bucle seguirá el Flipper, jueguecito al que todos alguna vez hemos jugado y en el que lo mejor que te podía ocurrir era que la bola se enzarzara en aquellas maquinitas imantadas, baqueteada de un lugar para otro y sumando puntos sin que tu tuvieras que hacer nada.
Nos hartaremos de escuchar que la ciudad no puede paralizarse; que los grandes proyectos son algo irreversible porque lo es el diseño que resulta de los mismos y para el que se concibieron; escucharemos también a los constructores, por ejemplo, decir lo que el alcalde; y a la Xunta de Galicia, incluso al propio Núñez Feijóo, decir en público que el Ejecutivo gallego está por la labor, como no podía ser de otra manera; y todo eso será cierto, pero sospecho que hasta el 22 de mayo jugaremos al Flipper, queramos o no y aunque Santiago lo niegue. Por mucho que también Rodríguez, alcalde, quiera creer lo contrario.

Después del 22 de mayo habrá que resolver: si el PP tiene suerte y en el Concello de Ourense hay un gobierno popular, mejor que mejor; y si no es así, no quedará otro remedio que hacer lo que hay que hacer. Y si no haberlo hecho bien a su momento.
Pero luego, después del 22-M, no ahora.
Ojalá me equivoque y los que tienen ahora la manija del asunto, la Xunta, no se envicien con el Flipper y estemos dos meses mareando la bolita.
Y aún habrá quien diga que bueno será sino va más allá.

 
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