Se acabó el aburrimiento. La campaña no prometía gran cosa sobre todo porque nadie apuesta por un paracaidista que opta por el vuelo libre y que se tomó en serio la misión encomendada de estrellarse. Sólo los viajes fuera de la ley de Undargarín y las cantadas del Campeón de tiro al picholítico han animado estas últimas semanas.

Si fuéramos capaces de descender al nivel de frivolidad de los políticos  habríamos disfrutado casi un mes como si la crisis no existiera y no fuese a quedar ni rastro de ella después del 20-N.  Todos tenían soluciones para salir de ésta. Algunas no hay quien las entienda, otras son suicidas y el resto denota un cierto tono etílico.

Temas importantes para esta provincia como el peligro de cierre de la mayor infraestructura turística –la Estación de Montaña-, el desastre medioambiental ocasionado por los incendios por el abandono del monte, la constante sangría de talento o el desmantelamiento de la escasa estructura industrial, ..., se han aparcado, algunos por consenso , otros por la desidia de barrica de nuestra clase dirigente. Nos han convertido en meros espectadores de esa timba de recortes que se han pegado Rajoy, Rubalcaba, Cospedal, Aguirre, Núñez Feijoo, ... Seguro que hasta se lo han pasado bien. A veces no distingo cuando una de sus genialidades va en serio o se están cachondeando por detrás de nosotros a ver quién consigue un titular en primera página.

En cualquier caso, la presión de la crisis es la que la he dado la victoria a la derecha. Estando a un palmo de una nueva recesión, la cuestión es si habrá efecto boomerang con un golpe de vuelta,  a cuatro o menos años, eso sí, debidamente engordado con la crisis real, la social, la peor, la que queda por venir y que Zapatero no quiso ver desde arriba y mucho menos protagonizar.

Ahora empieza lo interesante. Ya no tanto por el programa del Partido Popular –ese que ni Rajoy tuvo tiempo ni ganas de leer- si no por ver cómo el PP cubre esa expectativa que ha generado entre una histórica mayoría ciudadana. El nuevo gobierno puede permitirse dedicar un año a lamentarse de lo mal que dejó Zapatero este país –como así ocurrió en Grecia - pero seguiremos esperando a que la Merkel decida qué hacer con lo que queda de España.

Mientras, a nosotros nos quedan siempre estos políticos de chistera con Xero por aquí, incineradora por allá, ... Políticos y pseudodirigentes empresariales se empeñarán en que centremos nuestras preocupaciones en el soterramiento del AVE mientras otros –los que crean empleo- se esfuerzan para que el abandono del campo no nos obligue a montar caravanas de mano de obra que acepte cultivar nuestros viñeros.