Vuelta a la casi normalidad. Con la elección de los nuevos regidores locales nos hemos quedado sin la verborrea electoral y con ella la serie de cantinelas que nos regalaron los políticos: la fábrica de vehículos en Melón (ahora resulta que no sólo no hay suelo industrial sino que aparecieron unas piedras muy grandes), el Centro Cárnico de Xinzo, la incineradora, las millonarias inversiones en la provincia con cargo al canon eólico, … Las aguas vuelven a su cauce y esta puñetera provincia a su natural estado de parálisis. 

Donde sí ha habido sorpresas ha sido en la elección de nuevos regidores. Al ex alcalde de A Mezquita no le explicaron que los Baltares no sólo no perdonan sino que dedican bastante tiempo a las vendettas. Les da igual que se haya condenado al PP local a ser una fuerza residual por muchos años. Lo que importa es alimentar el ego de Baltar Jr.  Si por ellos fuera, las ejecuciones políticas se harían en plazas públicas con el sonido de la Real Banda de Gaitas en vez del vulgar redoble de tambores. Tendría así ese necesario toque didáctico del maestro de Primaria.

Dentro de los efectos post 22-M, Tengo que reconocer la genialidad de la excusa de Fernández Moreda para no dimitir como secretario general de los socialistas coruñeses: “Se me eligió para dirigir el éxito y el fracaso y ahora toca gestionar el fracaso”. Puede ser que por esos lares, por la huella católica de Paco Vázquez, los nombramientos se hagan con el rito matrimonial  con aquello de “Prometo serte fiel en lo próspero y en lo adverso, …”. O sea, metemos en la chistera afán de amarrarse a una poltrona orgánica, la agitamos, quitamos el pañuelo y sale una aureola de lealtad. Si buscamos la parte positiva de esa ocurrencia encontramos una lección para Rosendo Fernández: reconocer el fracaso propio y, sólo luego, ser capaz de gestionarlo.  

Lejos de ello, Rosendo Fernández sigue con sus arremetidas. Da la impresión de que quiere que le declaren incapaz para ejercer como portavoz y quitarse ese peso de encima, quizá para no arriesgar sus emolumentos como diputado autonómico. Se ha estrellado contra una institución seria y abierta como es el Liceo porque el objetivo es embestir y meter el asta por donde sea. Y no le importa mostrar una absoluta falta de ética menospreciando las conversaciones para formar gobierno –paripé, las califica- cuando su partido por otro lado ha otorgado la alcaldía de A Mezquita al BNG sólo para satisfacer los bajos instintos políticos del presidente del PPdG. Olvida muy pronto el médico de A Merca que su derrota se debe, entre otras causas, a que el PPdG nunca fue capaz de asumir y ejercer su papel como oposición.  

A salvo de las salidas de tono de Rosendo Fernández, la semana ha estado centrada en la relativa expectativa en torno al acuerdo de gobierno entre PSdG-PSOE y BNG. El acuerdo se presentaba fácil –por la experiencia en el anterior mandato- aunque el BNG era otro, parecido pero distinto tanto en línea política como en peso corporativo. Paco Rodríguez comisionó en los más blandos de su equipo, algo propio de una persona que se distingue por huir de los problemas y conflictos. Los socialistas se han esforzado en que no pareciese un simple reparto de botín y para ello echaron sobre la mesa la carta del decálogo de objetivos estratégicos.

El ya alcalde, Francisco Rodríguez, lleva semanas insistiendo en la continuidad. No sé si eso significa que no habrá cambios en las políticas municipales. Tampoco entiendo cómo puede haber continuidad cuando la ciudad está hipotecada y parcialmente paralizada por la anulación del PXOM. Además, el contexto socioeconómico ha cambiado a peor. Los ingresos municipales se reducirán y serán necesarios más recortes en el gasto. Si las prioridades de esa política de ajustes han quedado hipotecadas con las áreas de gobierno entregadas al BNG es algo que sabremos relativamente pronto, con los presupuestos para 2011. En cualquier caso, para Isabel Pérez era importante la tenencia de alcaldía y las retribuciones de dedicación exclusiva. 

Pero en los intercambios de prebendas entre políticos no suele haber mucha transparencia. No nos han dicho tampoco cómo han decidido solucionar los desencuentros del mandato anterior. No ha habido la más mínima explicación de la ilógica separación entre las áreas de turismo y termalismo asignando la primera al BNG y traspasando la segunda al grupo municipal socialista.

A falta de una razonable explicación, cabe pensar en la cesión de un embolado a los socialistas. Los eventuales inversores en torno a recursos termales han sido definitivamente espantados con la anulación del PXOM (fue Paco Rodríguez el que dijo que recordó que demandaban seguridad jurídica); tampoco lo tenían tan claro antes, con el anterior alcalde, Manuel Cabezas, el que casi consigue secar la fuente de As Burgas cuando se materializaba una histórica operación especulativa. Los gastos en reparaciones permanentes de las fuentes de Outariz y A Chavasqueira no son sostenibles y menos cuando la sociedad es cada vez más sensible a los despilfarros. Y, por si fuera poco, gran parte de las charcas termales públicas aparecen en el mapa de zonas inundables que está elaborando la Confederación Hidrográfica Miño-Sil. Algo mal hizo el PPdG y poco arregló el BNG quien incumplió la promesa de los 500 puestos de trabajo termales, dejó la remodelación del entorno de As Burgas inacabado y apenas implementó ese Plan Estratégico Municipal de Termalismo que nadie conoce y pocos han visto.

Ya en otros lares, los de la Cámara de Comercio se mantienen en la órbita del PPdG.  Reivindican la Autovía de Lugo porque lo piden los aserraderos de madera, o sea, Elier Ojea al que le habrá llamado el diputado Celso Delgado previa consulta a Rogelio Martínez que a su vez haría una sugerencia a la Cámara por si había dudas.  Mientras, en Valdeorras siguen reivindicando inútilmente apoyo en su solitaria y titánica lucha contra el histórico aislamiento en infraestructuras, en particular por la A-76. Pero los de esa entidad en vías de extinción prefieren mirar para donde le digan desde arriba porque ese no es territorio objetivo popular y, además, respecto al actual bloqueo de la A-76, la Xunta tiene algo que decir y mucho más que hacer.

Mientras, los indignados se repliegan y cargan pilas para el 19-J después de haber marcado al presidente de la Diputación, José Luis Baltar. No fue como con El Intermedio. Esta vez se sintió incómodo; le afectó tanto ser el protagonista del espectáculo que llegó a hablar de recortes de personal en la Diputación.