No soy capaz de aventurar la altura pero nos viene encima una ola de palabrería en torno a la austeridad y transparencia en las Administraciones. Es la ocurrencia convertida en tema central de campaña de los populares. Para desalojar a los que ya están, es un buen argumento electoral aunque ahora hay que cumplir y materializar con hechos esa promesa popular donde el PP gobierna.

Pero no empiezan nada bien y para muestra, O Carballiño. El alcalde in péctore Marnotes ha anunciado que baraja encargar a una empresa la realización de una auditoría de las cuentas gestionadas por los socialistas. Dice que es lo que quieren los vecinos, que están muy preocupados por ese tema y quieren saber cómo quedó el ayuntamiento después de 16 años de gestión socialista. ¿O sólo pretende programar un tiro parabólico a ver si le da a Pachi Vázquez? ¿Quizá una liberación del resentimiento acumulado tras perder anteriores elecciones?

No sé lo que sabe Marnotes de auditorías pero cuestan una pasta que crece y cuantos más años, más caro le saldrá a los de la tierra del pulpo. Pero esa promesa insistente no casa con la austeridad que proclama su partido. El mismo dinero se puede utilizar para un programa de ahorro, de racionalización de efectivos humanos y otro de eficiencia energética.

Tampoco casa con la transparencia. Si el alcalde Marnotes va a ser más transparente que nadie, ¿por qué no se compromete a auditar sus propias cuentas? En realidad, el nuevo regidor de O Carballiño sólo quiere extender una larga alfombra que le haga más cómodo el desfile de recortes y subidas de impuestos que tendrá que realizar al igual que otros muchos regidores locales.

Estoy convencida de que donde haya cambio de gobierno aparecerán gastos no reconocidos y facturas en los cajones porque eso es una mala y consolidada costumbre de toda la clase política con el compadreo de algunos funcionarios. Pero el meollo de la cuestión es que las Administraciones Públicas tienen obesidad mórbida y el cinturón no da la talla para poder apretarlo. La palabra “recortes” está a punto de entrar en el Guinness por el número de veces que se pronuncia pero en el primer trimestre las Comunidades Autónomas gastaron un 5 % más de lo presupuestado. Y eso que habían anunciado presupuestos austeros.

Sin embargo, la solución está cerca. Rajoy dice que tiene un programa económico; de momento sólo lo conoce él. Seguro que se lo pasa a los nuevos dirigentes populares en las Comunidades Autónomas donde han ganado y la economía se endereza en esos territorios. Luego basta con copiárselo, echar al PSOE … y el país arreglado.

Cuando el PP en particular y los políticos en general hablan de austeridad –que traducido a su gestión cortoplacista significa recortes indiscriminados, sin criterio- están realmente eludiendo otro objetivo sólo alcanzable por los buenos gestores: la eficiencia. Y, por si tenían duda, esta semana tocó la campana el Valedor do Pobo, Benigno Alvarez, quien en su informe anual destaca la necesidad de “unha fonda mellora da eficiencia no gasto educativo”.

Y hablando de educación, a ver cómo se las arregla la Universidad. Crece la demanda de alumnos para el próximo curso pero cada vez hay menos dinero. El endogámico estilo de gestión ha permitido la proliferación de másters para engrosar las nóminas de sus educandos y, de paso, sangrar las arcas públicas. El coste, en ocasiones, de 30.000 euros por alumno, es una muestra de la inercia con que el despilfarro se desliza entre esas instituciones llamadas a ser la vanguardia intelectual de la sociedad. Menos mal que sólo es un tópico.

Sigue el PPdG inasequible al desaliento demonizando al bipartito PSOE-BNG. Baltar papá, justificando la política de avestruz de su hijo el presidente cuando de defender la lista local se trata, ha declarado al BNG y al PSdG enemigos de la democracia porque para ser un “buen demócrata” hay que postular que gobierne Rosendo Fernández, sólo o acompañado. Nada sorprendente en el apóstol de la intolerancia extendida en esta provincia. Incluso no descarta ceder la alcaldía al BNG en un acto de lealtad al mensaje de Rajoy: hay que echar a los sociatas, como sea por lo que se ve.

Mientras Baltar se dedica a las cábalas democráticas, PsdG y BNG siguen negociando para repartirse el botín de poder. Quedan menos días para saber algo más sobre qué es lo que querían decir el alcaldable Francisco Rodríguez y sus futuros socios con toda esa retahíla de aburridas ambigüedades sobre el futuro pacto de gobierno en la ciudad: “teremos que atopar a fórmula para que a sociedade poña en valor o noso traballo”, “non vai haber ningún mercadeo de áreas de goberno”, “non se trata tanto de se un leva un área ou a leva outro ..”, …