Baltar fue el encargado del pistoletazo de salida de una semana plagada de incoherencias y estupideces. Estuvo en el Parlamento defendiendo su particular bunker, preocupado porque está perdiendo fuelle. Bueno, según su discurso, insta a la Xunta para que Ourense se ponga en marcha. Que estamos parados ya lo sabíamos desde hace bastantes años pero que nos podamos poner en marcha gracias a la Xunta es nuevo y hasta gracioso.

A Baltar nunca le ha interesado la coordinación de las diputaciones salvo con la condición que fuese él el coordinador. Olvida que hubo en el gobierno de González Laxe un intento de legislar que él y Cacharro se encargaron de abortar rápidamente. A Baltar siempre le interesaron más que los concellos fuesen altamente dependientes de fondos públicos de la Diputación.  Durante bastantes legislaturas tuvo el control absoluto de todos los delegados de consellerías aunque sólo fuera porque los quitaba y los ponía él. Todo estaba a su medida hasta ahora en que, por primera vez, ve cómo su potencial de poder clientelar empieza a desinflarse.

Quiere hacernos creer que a él le eligen los ciudadanos. Está ahí gracias a los alcaldes que van en las listas, las cuales él siempre cocinó a su gusto. Para demostrar cuán rentable podía ser la lealtad a su persona, de estar en la red, en definitiva, se encargó de colocar a hijos y allegados de aquéllos. Y, para frenar la estampida que generó al mover ficha con su hijo, no dudó en utilizar una colocación masiva como arma de la guerra que él provocó en su propio partido.

Que no nos intenten confundir. Nuestra provincia no sólo está a la cola de los indicadores económicos sino también ocupa los últimos lugares en talento, tolerancia e innovación, como intentó recordarnos un estudio del profesor de la Universidad de Cantabria, Pablo Coto. Pero como la vanguardia de la sociedad ourensana es autista, ese matiz de la idiosincrasia provincial pasó desapercibido. Las causas de esa estar durante décadas alojados en la UVI de los rankings tienen nombres y apellidos. Son personas, dirigentes políticos y empresariales más preocupados por alimentar su red particular de negocios, contratas, cargos, subcontratas, parientes enchufados y subvenciones que del futuro de esta provincia. No les preocupa el futuro de la tierra de sus hijos porque están todos bien colocados.

Pero esta semana hemos conocido otro discurso sobre nuestra provincia, más realista y por ello menos alentador. Cáritas nos advierte que la pobreza –ese ideal caldo de cultivo para la estructura caciquil y clientelar que gestiona el destino de esta provincia- aumenta en Ourense hasta niveles preocupantes. Uno de cada 5 ourensanos –más de 70.000 personas- están debajo del umbral de pobreza y  1.800 hogares de la provincia no tienen ningún ingreso.  El presidente de Cáritas, Pérez de Juan, nos mostró la cara oculta de esta provincia, esa que nadie quiere ver.  Su memoria de actividades nos ha dado algo de sosiego esta semana. Al menos sabemos que hay alguien al otro lado en caso de necesidad mientras las conselleiras de Traballo y de Facenda siguen con su papel de plañideras.

Tiene razón el presidente de Cáritas cuando dice que el problema de esta provincia es la formación. Tantos cientos de millones de euros de fondos públicos dedicados a cursos subvencionados y nos hundimos más que otros en la pobreza. Otros se han enriquecido aunque no vale como consuelo porque son siempre los mismos, pegados como lapas durante décadas en las organizaciones que gestionan los cursos. 

La Asociación de Mujeres Empresarias necesita ir a Toscana –previa subvención, por supuesto-  para conocer ejemplos de responsabilidad social corporativa. Mientras, la CEO quiere expulsar a la Asociación de Jóvenes Empresarios porque no paga las cuotas confederales. De eso hace al menos 5 años pero ahora tendrán las garantías de que echar a su presidente, Quino Muñoz, ya no va a contrariar a Baltar.  Los empresarios del polígono de Barreiros quieren que salga de la ubres públicas el saneamiento. No parecen haber sido suficientes los privilegios urbanísticos de esta zona industrial nacida alegalmente ni la importante inversión pública en los accesos después de que esa caótica implantación industrial dejase varias vidas en la carretera nacional. Ahora pretenden que todos los ciudadanos paguemos los costes de urbanización y le generemos más plusvalías a sus naves.

Los populares municipales han endurecido su estilo y su tono para adecuarlo al de su jefe Rajoy e ir configurando una estrategia electoral en la onda del Tea Party. Arremetieron contra la concejala de urbanismo, Aurea Soto, por la demora en la expropiación de terrenos para el nuevo edificio judicial y a ésta la faltó elegancia en su respuesta. Pero también es cierto que a este municipio alguien le sisó casi 3 millones de euros en aprovechamientos urbanísticos que hubieran solucionado muchos problemas de equipamiento y de vivienda accesible. Posiblemente nunca sepamos con certeza quién se aprovechó se esos aprovechamientos pero sí sabemos que gobernaba el PP. Así que, Tea Party lo que quieran pero sin tanto cinismo.