Tarde y mal ha llegado esta semana el BNG a ese gran debate de la otra sociedad ourensana: el soterramiento del AVE. El senador nacionalista Pérez Bouza presenta una moción pronunciándose a favor del AVE soterrado porque “políticamente, es la mejor opción”. Pide el senador que le demuestren desde Fomento que no es posible esa alternativa. Vale pero, ¿por qué no pedirle a la Cámara y a la CEO que demuestren los beneficios a mayores que traería el AVE soterrado?
Aún más tarde llegaría la posición de uno de los clanes del nacionalismo local, el liderado por la portavoz municipal del BNG, Isabel Pérez. Se pronuncia a favor del no soterramiento para luego rematar con que “no hay contradicción” con su compañero de partido, Pérez Bouza. Y éste, para no dejar mucha huella de la casi permanente aparición de grietas en la formación nacionalista, confirma que no hay contradicción, que sólo son matices.

Debe andar bien la hacienda local de la ciudad. En el resto del país, los recortes han obligado a implantar un nuevo sistema de gestión: en algunos casos, las empresas adjudicatarias financian la construcción de obras públicas, es decir, ponen de su bolsillo el coste total para, en el futuro, cobrar con suculentos intereses. Una peligrosa forma de gestionar porque no está regulada, y que permitirá disfrazar la deuda pública además de acelerarla aunque sea diluyéndola a largo plazo.
Pues el Gobierno de la capital se puede permitir ir en sentido contrario: es la administración local la que acordó esta semana adelantar dinero público para financiar las obras de urbanización que deberá ejecutar el adjudicatario de la explotación del nuevo centro deportivo de Eiroás.
Oficialmente, el Concello adelanta el dinero de las obras que debería ejecutar el concesionario. En realidad, la adjudicataria se convierte en una empresa privilegiada en cuanto al acceso a financiación externa para poder acceder a la concesión. Se supone que abonará los correspondientes intereses –como todo ciudadano que le debe dinero al ayuntamiento- y se supone también que esta ventaja para el adjudicatario figuraba en los pliegos de la licitación.

Peor final ha tenido la gestión urbanística en O Couto para la construcción de un Centro de Salud y del nuevo edificio judicial.  Esta semana se ha confirmado el aplazamiento de las licitaciones y se habla de una demora de “tres o cuatro meses”, es decir, en 2011.
Tanto técnico y jurista en la Casa Consistorial, tantos complementos de productividad, tantas responsabilidades, ¿y se tragan a 7 propietarios en un solar? Muy raro. El procedimiento expropiatorio regula de forma detallada la acreditación de la propiedad y, cuando existen controversias, hay alternativas para que no se interrumpa el procedimiento expropiatorio. Pero la culpa la tienen otros. Dice la concejala que “alguien no fue legal con nosotros” en referencia al particular que toreó a todo el entramado funcionarial.
A esta ciudad no le viene bien que se aplacen las ya históricamente reducidas inversiones públicas. En realidad, al no haber todavía licitación, la inversión no se aplaza sino que se esfuma, desaparece de los presupuestos autonómicos de 2010. Luego, dentro de unas semanas, cuando se conozcan los datos territorializados de los presupuestos de 2011, veremos cómo esas dos inversiones engrosan las partidas adjudicadas a esta provincia. Los políticos dirán que Ourense no pierde el dinero de esas dos inversiones públicas. Y será cierto –la experiencia permite una apuesta seguro a que no lo será- si se aplican los criterios de solidaridad interterritorial sin contar ese gasto aplazado.

Menos mal que nos queda el termalismo. Reconozco que no debo estar al día en el potencial del termalismo ourensano porque no soy capaz de entender las razones por las que tenemos que buscar turistas en Brasil y México invitando –viaje y pensión completa- a touroperadores de esos dos países transoceánicos. Y es que el termalismo está generando muchos, lejanos y exóticos viajes, de unos y de otros, menos que más justificados. Nadie va a cuestionar ese gasto público porque todos viajan y, además, eventos como Termatalia ofrecen aires triunfalistas salteados con adulaciones mutuas.
Hasta el alcalde, Francisco Rodríguez, ve brotes verdes –indicios, le llama él- de inversiones foráneas en la llamada capital termal. Y justo en plena euforia ferial y ante representantes de 27 países –realmente es mala suerte-, la fuente de O Tinteiro da muestra de agotamiento justo después de una actuación municipal. Como la culpa la tienen siempre otros, habrá que distraer con la teoría del sabotaje o que los ciudadanos se exceden en el consumo. El espacio ha quedado precioso, que dirían las marujas, pero ¿les suena algo a éstos lo del desarrollo sostenible? La verdad es que es preocupante. Su antecesor en el gobierno local casi hace desaparecer As Burgas. ¿Así es como piensan atraer la confianza de inversores privados.