El termalismo de la capital ourensana sigue resintiéndose ya no tanto de sus infraestructuras como de la conservación de lo existente, y su tarjeta de presentación dista mucho de ser la adecuada en la capital de una provincia que quiere tener a sus aguas termales como enseña. Posiblemente la capital ourensana siga yendo por detrás del resto de los concellos de la provincia a la hora de cuidar lo que tiene.

El verano ha estado al margen de las labores de conservación y, entrado el otoño, las lluvias de estos días han puesto en evidencia un estado muy deficitario de las infraestructuras de las pozas ourensanas. Los accesos al Muiño da Veiga conducen a los visitantes a explanadas atestadas de baches y desniveles convertidos en lagunas de agua. En Outariz ocurre otro tanto, y su explanada no está exenta de charcos y barrizales que ponen de manifiesto tanto el nulo esfuerzo del Concello de Ourense en labores de conservación, como que lo previsible será que la situación empeore con todo el invierno por delante si la Concellería de Termalismo no reaccione e invierte la tónica de hace meses.

A las diez y media de la mañana de este domingo decenas de agüistas venidos desde fuera de la capital algunos, volvían a encontrarse con los exteriores de las pozas en la situación que puede verse. No es el mejor portal de presentación del termalismo ourensano, sin duda. Y nada ha anunciado al respecto el nuevo Gobierno municipal de la ciudad para, al menos, revertir una situación que es más cosa de trabajos de conservación que de inversión propiamente dicha. Al menos para evitar que continúe el deterioro de lo existente.