Donde más nota el ciudadano la ausencia de presupuestos debidamente actualizados es en lo que concierne al capítulo 6 del Gasto presupuestario, el de inversión real: infraestructura y obra, fundamentalmente. Sin él no hay inversión, a no ser la presupuestada pero no ejecutada en el correspondiente año. Fue lo que ocurrió con la obra de la calle Concejo de esta ciudad, llevada a cabo por el Gobierno de Jesús Vázquez pero ya presupuestada por el de Agustín Fernández. En todo lo demás, las componendas que es preciso hacer con un presupuesto prorrogado es cosa de los técnicos municipales, moviendo partidas presupuestarias con el debido control y supervisión y a golpe los políticos de modificaciones presupuestarias.

El año 2018 se cerró con 80 de los 92 concellos con presupuestos de ese año (12 no lo hicieron). El total consignado a inversión fue de 20,8 millones de euros. A día de hoy, los Presupuestos de 2019 solo contemplan 11,7 millones en este capítulo. Y eso que en los de varios concellos la inversión aumenta considerablemente por ser año electoral. Entonces y ahora, la capital ourensana tuvo cero euros para invertir.

Disminuye en varios concellos la partida para Bienes corrientes y Servicios, pero tras la contención de años pasados en materia de Personal, en varios concellos este capítulo experimenta incrementos, por lo general leves. Se descongelan en varios casos también los salarios de los alcaldes y concelleiros con algún tipo de dedicación. Aumenta la consignación presupuestaria de las administraciones (transferencias corrientes). Pero, sobre todo, lo que más aumenta es la presión fiscal sobre el contribuyente: impuestos directos e indirectos, tasas y precios públicos.

De los 280,1 millones de euros que presupuestan los concellos ourensanos (todos, los que tienen presupuestos actualizados a 2019 y los que funcionan con ellos prorrogados), 155,2 millones los aportan los residentes en esos concellos, el contribuyente. Son 51 millones más que lo que reciben de otras administraciones, 104,5, y casi 13 veces más que los 12,1 que ponen los propios concellos de sus arcas en transferencias de capital. El contribuyente es el principal pagador y su bolsillo el más generoso, pues aporta el 55,4% de todo lo que los concellos de la provincia ingresan.