Una treintena de personas fueron precisas en el operativo articulado por la Guardia Civil para dar con el paradero del recluso Fernando Iglesias Espiño, inicialmente declarado prófugo cuando el 14 de agosto pasado no se reincorporó a la Prisión de Pereiro tras disfrutar de un permiso penitenciario. Y aunque en un principio se creyó que no lo había hecho por propia voluntad, desde el mes de septiembre la Guardia Civil empezó a considerar la posibilidad de que, incluso, no estuviera con vida, como finalmente ocurrió.

Según la versión oficial de lo ocurrido hecha pública por la Guardia Civil este viernes, a finales del mes de septiembre pasado las investigaciones concluían que Fernando Iglesias Espiño había sido asesinado en una granja de Maside, que regentaba uno de los ahora detenidos, y en la que Fernando colaboraba trabajando cuando disponía de algún permiso penitenciario. El pasado 18 de ese mes se detuvo a dos hombres de 43 y 38 años como presuntos autores de los delitos de asesinato y robo con violencia, y se planificaron ya registros judiciales en Maside y Piñor para localizar definitivamente el cadáver. A finales de noviembre, uno de los investigados dio señales de que la vigilancia dispuesta sobre ellos podría haber sido advertida.

Desmontar la trama que habían urdido los ahora detenidos no resultó fácil, sobre todo al principio, porque lograron que la investigación se centrara en que Fernando Iglesias era un prófugo de la justicia que había salido de España para evitar cumplir lo que le quedaba de condena. El recluso había cobrado 26.000 euros de una herencia, y a finales del mes de agosto la Guardia Civil trabajaba sobre la pista de que se hubiera fugado tras sacar 15.000 euros en cajeros de entidades de Ourense, Pontevedra y Portugal empleando sistemas bastante sofisticados "para borrar cualquier rastro", indica la GC. Pero "era un relato que fueron construyendo los propios detenidos para que se dedujera que la víctima se había fugado. Quedando a la vista de los investigadores como un crimen perfecto", señala la Guardia Civil.

A partir de entonces cambió el enfoque del caso, se trabajó en la línea de que Fernando Iglesias pudiera estar muerto, tras haber robado y luego asesinado. Este pasado martes se decidió concluir la operación, que, según la Guardia Civil, supuso el empleo simultáneo de medios de Emergencias de Ourense, drones de la la correspondiente Unidad de la AXEGA y detectores especiales de las Fuerzas Armadas, así como empresas privadas que fue preciso contratar para la extracción de tierra y residuos para recuperar en el término municipal de Piñor el cadáver del recluso que nunca se fugó de la Prisión de Pereiro.