Los munícipes ourensanos (los 27 concelleiros que integran la Corporación Municipal) se han dado cuenta de que, a este paso, les dan las tantas de la tarde cuando finalizan los plenos ordinarios (uno al mes, el primer viernes) y no es plan. Las sesiones comienzan a las 9 de la mañana y se pagan a 424 euros (más o menos lo que un gallego en precario percibe al mes de la Xunta por la RISGA). Si el pleno finaliza a las 3 de la tarde, hora en la que vienen finalizando muchos de ellos, la hora le sale a cada concelleiro a 72 euros con 33 céntimos. Pero ahora consideran que lo que no puede ocurrir es que las sesiones finalicen a eso de las cinco o las seis de la tarde.

Por eso en la reunión de la Xunta de Portavoces de este lunes los cuatro grupos que integran la Corporación y conforman el plenario, dieron por bueno un recorte en los tiempos de intervención de los portavoces. De los 6 minutos la primera intervención y 3 la segunda o de réplica de los que disponían hasta ahora, se pasará a los 4 y 2, respectivamente. De este modo, en vez de 9 minutos por portavoz y grupo (36 en total de los 4 grupos), se rebaja el debate de cada asunto a los 6 (24 en el total de todos los grupos). La reducción de los tiempos supone una tercera parte del tiempo de intervención.

Curiosamente, la explicación no radica tanto en la inutilidad de conceder tanto tiempo a oradores escasamente cualificados y asuntos que no pudieran sintetizarse en menos tiempo (a no ser para caer en el insulto y extenderse en la provocación verbal), como en la necesidad de no tener que reducir de 3 a 2 las mociones que puede presentar cada grupo, dada la extensión de las insoportables por tediosas sesiones plenarias. Por lo que los grupos llegaron a este acuerdo: las mismas mociones pero en menos tiempo. Sólo el portavoz de Ourense en Común, Miguel Doval, reconoció que la medida es tan adecuada como necesaria dando con la verdadera tecla del asunto: no sólo se reducen los tiempos, sino que es necesario "acortar tamén os egos persoais de moita xente". Transcurridos dos años y tres meses de mandato, si algo está claro es que los munícipes ourensanos distan mucho de ser buenos oradores y de encandilar con su discurso al ciudadano.