Pese a que los alcaldes y sus respectivos gobiernos municipales minimizan los efectos de hecho de no disponer de presupuestos debidamente actualizados, dando a los ciudadanos la sensación del aquí no pasada nada, eso no es exactamente así. Con un presupuesto prorrogado, no existen más inversiones que aquellas que, no habiéndose ejecutado en plazo, aún sean susceptibles de ejecutarse. Pero eso no puede ocurrir mucho más allá de aquellos que ahora funcionan con los presupuestos del año pasado, los de 2016. De este modo, los presupuestos prorrogados de esos 13 concellos mantienen consignados a Inversión 9,3 millones de euros, que nada tienen que ver con lo que realmente se lleva invertido. Mucho más sangrante es la realidad que representan los 6 concellos de esos 13 cuyos presupuestos de remontan a 2015 o antes de este año.

En el caso de Maceda, por ejemplo, este Concello viene funcionando con los Presupuestos de 2009 prorrogados desde entonces, que consignaban 1.058.731 para inversiones, un 32,8% del total presupuestado. Como entraron en vigor el 11 de diciembre de aquel año, la inversión tendría que haberse llevado a cabo en 2010. A día de hoy, los vecinos de Maceda llevan 7 años sin que su Concello haya invertido en obra e infraestructuras con cargo a las arcas municipales, aunque a fuerza de repetir el Presupuesto de 2009 año tras años, parezca que haya totalizado más de 7 millones de euros de Inversión.

Obviamente esto no ha ocurrido así, pero sí ha ocurrido que sus casi 3.000 vecinos han tenido que seguir pagando tasas e impuestos cada año a razón de tanto o más que en 2009 y, mientras el Concello no ha invertido, ellos no han parado de pagar a razón de aquel millón de euros previsto en 2009 o más. De este modo, Maceda no habrá invertido en lo que revierte directamente en el ciudadano, pero no por ello el contribuyente ha dejado de apoquinar a las arcas municipales unos 7 millones de euros en tasas e impuestos.

De este modo, funcionar con presupuestos prorrogados tiene también sus ventajas. O, dicho de otro modo, no tiene por qué ser tan malo, si además supone a los alcaldes y a los gobiernos trasladar buena parte de la responsabilidad de gobernar a los técnicos municipales, especialmente a Intervención y Secretaría Municipal.