La Diócesis de Ourense tendrá que enfrentarse al juicio laboral por el despido de un trabajador salvadoreño al que exigía 80 horas semanales de trabajo, y al que despidió el pasado 9 de diciembre por supuestos comentarios ofensivos en las redes sociales contra la "empresa" contratante.
Así lo denunció este miércoles la CIG, que aludió a la necesidad de preservar en todo momento la identidad del trabajador, que asegura haber recibido llamadas telefónicas en las que se le advierte de que nunca más va a trabajar en Ourense si mantiene su denuncia.

El ahora denunciante solicitó en 2008 asilo político en España. Al serle denegada la petición, decidió trasladarse a Ourense donde consiguió en la Diócesis un puesto de trabajo que aliviaba, en principio, su situación.
El alivio pasaba por una jornada semanal de trabajo de 80 horas y la obligación de dormir durante cuatro años en su lugar de trabajo.
Al ponerse al corriente con el paso de los años de algunos de sus derechos, y pedir el trabajador que se le permita ir a dormir a su casa, los responsables de la Diócesis le habrían reprochado su desagradecimiento a quienes le estaban dando de comer. Aunque al final se le permitió ir a dormir a su casa.

El cansancio acumulado por el horario de trabajo acabó pasando factura al trabajador, lo que provocó llamadas de atención por los responsables de la Diócesis. A raíz de la situación, en noviembre se acercó a la CIG, la central denunciante de los hechos, para relatar lo ocurrido.
Poco después fue despedido y el proceso está ahora a abocado al correspondiente juicio, una vez que el acto de conciliación previo finalizó sin acuerdo entre las partes.

Chico para todo de 8 de la mañana a eso de las 11 de la noche

Según la CIG, el horario del trabajador salvadoreño comenzaba todos los días a las ocho menos cuarto de la mañana y finalizaba no antes de que a las diez y media de la noche empezara su última tarea, poner el comedor de la Diócesis. Unas quince horas.
En toda esta franja horaria, el trabajador sólo disponía de un inconcreto período de descanso que iría desde la finalización de  la tarea de atender la cafetería hasta las cuatro y media de la tarde.

Entre sus tareas igual estaba ventilar el salón que recoger el pan, partirlo y servirlo en el comedor; lo mismo tenía que ir a buscar los periódicos que las medicinas de los que precisaban medicación; limpiar el comedor, abrir las botellas y atender la cafetería; ponía la cena igual que sacaba los contenedores y ponía la medicación de lo sacerdotes de la Casa.

Sus funciones, debidamente puestas por escrito, especificaban "prohibido chatear en las horas de trabajo". Lo mismo que estgaba prohibido permanecer en la cocina y las "visitas espirituales".
Se le especificaba que debía ser atento y raudo en contestar las llamadas telefónicas y recoger los avisos, acudir a abrir la puerta en cuanto sonara el timbre e, incluso, cuidar del aseo y la limpieza de los sacerdotes enfermos y dependientes.
De un tal "Don L." debía, además, "estar pendiente y hacerle todo lo que necesite, y lo mismo a los demás sacerdotes que no salen de casa".