El principal motivo de la continuada pérdida poblacional de esta provincia se halla en la baja natalidad.
Lo que resulta lógico si se tiene en cuenta que lo que el IGE denomina "sobreenvellecemento", producto del aumento de la longevidad, se mantiene. O lo que es lo mismo, no decrecerá el segmento poblacional de los mayores con edades comprendidas entre los 65 y los 85 años o más.

Los datos recientes del Instituto Galego de Estadística reflejan que en la próxima década nacerán en Ourense 16.692 niños, pero morirán 45.725 ourensanos. Lo que supone una diferencia de algo más de 29.000 fallecidos respecto a los nacidos.
Y lo que quiere decir que hasta 2023 por cada nuevo ourensano fallecerán cada año una media de casi 3.

El Área de Ourense, donde se ubica la capital y concellos con demografía sostenida e incluso al alza, como son Barbadás y Pereiro de Aguiar, es la que mejor resiste con una proyección de casi 10.000 nacimientos por algo más de 16.000 defunciones.
Por contra, en el Área Sur, donde se encuentran A Baixa y A Alta Limia, Terras de Celanova, la comarca de Monterrei y Conso-Frieiras, fallecerán casi 5 personas por cada una que nazca: 14.388 óbitos por los poco más de 3.000 nacimientos.

Le siguen el Área que enrola a las comarcas de O Ribeiro y O Carballiño, con una proporción de 4 fallecimientos por nacimiento: 7.212 defunciones por 1.694 nacimientos; y la de Ourense Central, que corresponde a las comarcas de Caldelas, Trives, Valdeorras y O Bolo, entre otras, donde la proporción se sitúa por debajo, pero no lejos, de 4: 7.742 defunciones por 2.34 nacimientos.