Las encuestas son siempre las encuestas, simples y puros datos, y muchas veces producto más de quienes tenemos la labor de difundirlas, puras y duras, que de sí mismas. La última del CIS, Centro de Investigaciones Sociológicas, a propósito de las gallegas del 21-O, se remonta a la segunda mitad de septiembre, y revela una serie de datos que no concede demasiado margen de maniobra a las formaciones políticas que venden remediar todo esto pero que, en realidad, sólo aspiran a ganar cuantos más de los 75 escaños que conforman el Parlamento de Galicia.

La gran mayoría de los medios de comunicación esconden el dibujo que trazan esos datos, que no es otro que el de una sociedad desencantada con la clase política, en la que no confían plenamente ni los propios simpatizantes de las tres principales fuerzas, y a resultas de lo que la generalidad parece apostar por quedarse a lo que hay (el PP) en vez experimentar con lo que ya se conoce.
La encuesta del CIS dice, por ejemplo, que casi el 60% opta por el PP para seguir (que es el doble de los que se confiesan simpatizantes del Partido Popular), frente a un 6% que pronostica la victoria del PSOE y un 1,3% que hace lo propio con la del BNG. Que es como decir que sólo uno de cada 3 que simpatizan con el PSOE apostaría a la victoria del partido de sus amores, y que sólo uno de cada 8 de los del BNG haría lo propio.

Claro que esto tiene su lógica: si el 40% de los gallegos catea a la Xunta de Galicia en su gestión de estos últimos tres años y medio, y el 37% a su presidente, Alberto Núñez Feijóo, el 57% suspende la labor hecha por los 25 diputados del PSOE y los 12 del BNG durante este pasado mandato. Ni siquiera la totalidad de sus propios simpatizantes le dan el aprobado.

Cuando en los simpatizantes de las formaciones alternativas no hay el suficiente grado de confianza en sus propias fuerzas, y, además, no se valora como bueno el trabajo realizado por los suyos en el mandato que concluye, parece claro que la gestión ha desgastado más a los que no han gobernado que a los que han tenido el gobierno pese a los tiempos complicados actuales.
Para el caso de que estos últimos no lo hubieran hecho bien, queda el supuesto de que tampoco los que no gobernaron lo hubieran hecho mejor dado que ni como oposición han estado a la altura.
En conclusión: las gallegas del 21-O las ganará quien menos las pierda.