Una pequeña zona del Macizo Central, en el amplio escenario del mayor incendio forestal de este verano en Galicia, está siendo actualmente tratada experimentalmente para lograr reducir la erosión que producirán las lluvias que acabarán trayendo este otoño y el próximo invierno. Se trata de una superficie en torno a los 5.000 metros cuadrados, sobre la que actúan técnicos del Instituto de Investigaciones Agrícolas del CSIC, Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
A groso modo, se trata de siembras de centeno combinadas con paja que se esparce sobre la superficie quemada de esta pequeña área que representa una parte sólo de las 3.400 de sus características que ha devastado el fuego de Camba, Laza, que se declaró a finales del mes de agosto pasado y que no fue controlado y extinguido hasta primeros del mes de octubre.
No hay certeza ni seguridad sobre los resultados del intento, ya que en gran medida esto dependerá de lo que tarden en producirse las lluvias y, en consecuencia, el tiempo que la meteorología conceda al centeno para brotar y crecer y a la paja para enraizarse en la superficie en la que fue esparcida.

Pese a que no haya transcendido, responsables del medio ambiente y los de la cuenca del Miño Sil de la que dependen las escorrentías, regatos y ríos de la zona, llevan haciendo seguimiento de la situación y comportamientos de las aguas desde pocos días después de que el fuego fuera sofocado en el Macizo Central y la zona recuperara la calma.
“No hay ninguna actuación concreta en este caso, pero sí se está realizando seguimiento en los ríos afectados”, señalaban a Ourense Dixital responsables de la Confederación Hidrográfica del Miño-Sil el pasado 6 de septiembre.
El hecho de que lo que va transcurrido de este otoño esté siendo bastante seco, ha contribuido a asentar el terreno quemado y a evitar, por ahora, la llegada de tierra, ceniza y restos vegetales a los pequeños caudales de la vertiente de A Edreira del Macizo Central. Lo que no quiere decir que, más tarde o más temprano, esto acabe ocurriendo y que la situación que de ello se derive conlleve problemas.

Se trata de la cuenca del río de A Edreira que desemboca en el de Queixa junto al río de As Casas, alimentado en el foxo del mismo nombre por pequeñas surgencias o corgos como los de O Boi, Cabrós y Cabrociños. Todos caudales provenientes de las empinadas laderas de las sierras de Camba y Queixa, a los que acabarán llegando los arrastres, que acaban llegando por el Navea al Embalse de Chandrexa de Queixa.
En muchos puntos, si las lluvias fueran intensas y continuadas no se descartan atoramientos de los caudales y sus consiguientes desbordamientos.
Tampoco se descarta el riesgo de que la contaminación de las aguas y el incremento de los niveles de nitrógeno y fósforo en las mismas, puedan ocasionar la eutrofización (abundancia de nutrientes anómala) de las aguas del embalse. Lo que conllevaría la proliferación de algas a costa de la potabilidad del agua embalsada.

Proyectos del CSIC relativos a suelos forestales quemados

El Instituto de Investigaciones Agrícolas del CSIC trabaja actualmente en, al menos, dos proyectos de investigación relativos a suelos forestales quemados.
El proyecto que actualmente se lleva a cabo en el Macizo Central está coordinado por Serafín González-Prieto, que figura también como “investigador principal”, y participado por el Centro de Investigaciones Forestales y Ambientales de Lourizán.
Se trata de un proyecto que finaliza en octubre del año que viene, y que lleva por título “Protección de suelos forestales quemados mediante técnicas de rehabilitación: eficacia en el control de la erosión y efectos sobre la calidad del suelo”.
Está financiado por la Consellería de Innovación e Industria del anterior gobierno bipartito, y cuenta con una financiación de algo más de 100.000 euros.

Las técnicas empleadas en este caso podrían entroncar perfectamente en otro proyecto en el que también trabaja el Instituto de Investigaciones Agrícolas del CSIC. Este dirigido por Montserrat Díaz Raviña, trata de la “Evaluación de técnicas de protección de suelos y revegetación para restaurar ecosistemas forestales quemados”.
Está dotado con 127.000 euros y también expira en 2011.