Quizá no sean cadáveres lo que deja tras de sí el XV Congreso de los populares ourensanos, pero sí heridos. Para empezar a aplicar el betadine del que habló el ahora ya ex presidente del PP de Ourense, todo hace indicar que tendrán que pasar al menos semanas. Fue un Congreso marcado por la desconfianza y el temor, en el que se guardaron las distancias hasta situar a cada quien en un plano opuesto al rival. Nadie se fiaba de nadie, y el trabajo de Santiago hasta bien entrada la noche de las vísperas del Congreso fue de tal envergadura y tenacidad, que cualquier atisbo de confianza y serenidad entre los de Baltar que pudiera hacerse resultaba de lo más inoportuno hasta que a la una menos cuarto de la tarde pudieron respirar tranquilos.
 
Noticias Relacionadas
  El relevo en el PP de Ourense se queda en casa, Baltar por Baltar con el 62,5% de apoyo del Congreso
 
 
La desconfianza y el temor marcaron un Congreso en el que “pode pasar de todo”
 
31 de ENERO de 2010: OURENSE DIXITAL
   

La desconfianza y el temor marcó hasta la una menos cinco de la tarde el XV Congreso del PP de Ourense. Sólo a partir de entonces fue definitivamente el Congreso del relevo generacional de los Baltar al frente del Partido Popular ourensano. Pero hasta entonces, padre e hijo, sobre todo el primero, vivieron 4 intensas horas marcadas por la ansiedad de conocer el desenlace final de las votaciones.
Ellos sabían mejor que nadie de la intensa y tenaz gestión hasta la misma noche anterior a este Congreso de los hombres de Núñez Feijóo, historias de deslealtades y, sobre todo, de comportamientos inciertos que podrían manifestarse en las urnas favorables a Jiménez Morán.
Al final no fue para tanto.

También en los corrillos del Congreso que abrió el proceso de votaciones se escuchaban historias increíbles. Como la de un grupo de invitados que, provisto de una pancarta a favor de Manuel Baltar, se enteraron de que la mujer de uno de ellos estaría en el Ejecutivo de Jiménez Morán si el alcalde de Verín salía presidente. Mientras sujetaba la pancarta, el marido les intentaba convencer de que él no sabía nada de lo que había hecho su mujer.
O un alcalde de los 82 municipios de menos de 5.000 habitantes que se “perdió” al comenzar el Congreso, aunque los suyos ya sabían que la noche de viernes lo habían vuelto a llamar “desde Santiago” para agrandar sus dudas.

A duras penas el presidente saliente, José Luis Baltar, lograba también controlar su ansiedad, mientras Baltar Blanco lo tenía más fácil, le bastaba con moverse de un lado para otro.
Todo lo contrario que su madre, doña Alicia, que permaneció impasible durante todo el Congreso, mientras su compañera, María José Caldelas, reconocía abiertamente que todo aquello era una inmensa duda que sólo terminaría cuando se conocieran los resultados de las votaciones.

El Congreso terminó afirmando todos que ha de ser el principio de un proceso de unificación del PP ourensano, el tiempo de curar las heridas y regenerar la piel desgarrada por intensa y hasta fraticida campaña.
Pero visto lo visto, por ejemplo lo distantes que se ubicaban unos y otros en el “Paco Paz” este sábado, es más que seguro que siquiera para empezar a aplicar el betadine del que habló el ya ex presidente popular, habrán de transcurrir nos cuantos días, quizás semanas.
Incluso siquiera para empezar.

 
 
 
Volver atras
Imprimir Página