Este homenaje al escultor, coordinado por Cándido Pazos, parte de un extracto de piezas y materiales recuperados por la familia del artista en su estudio de Madrid. En ellas "se recrea la sencillez y cercanía de la labor diaria de un maestro en su taller, sumergiendo al visitante en la intimidad mayor de un creador: bocetos, dibujos, ceras y yesos, modelados por las manos del artista, e incluso algunas de sus herramientas, compondrán una escena de gran interés didáctico".
El resto de la exposición se estructura temáticamente, puesto que los motivos de sus esculturas fueron los mismos durante toda su trayectoria, dándole a su obra un aire de intemporalidad y permanencia. De este modo, podemos diferenciar cinco grupos dentro de las obras expuestas: una serie de cabezas de niños y mujeres, un grupo de piezas dedicado a los deportes y la naturaleza, otro de escenas a caballo, un conjunto centrado en los personajes populares del Madrid de la posguerra y, para finalizar, una representación de torsos y desnudos femeninos en los que se aprecia una evolución sutil de las formas y los trazos.
La exposición, que estará abierta al público hasta el 17 de febrero, incluye más de 80 piezas entre bronces, yesos originales, dibujos y guaches, lo que nos permite un recorrido por la delicadeza y ternura de sus temáticas habituales, y la rotundidad formal, casi monumentalidad en miniatura, de su técnica escultórica. El planteamiento didáctico de la muestra estará reforzado en sus distintos ambientes por paneles informativos, tanto biográficos, como de observaciones sobre el método que utiliza en sus obras.
Cristino Mallo nació en Tui en 1905, pero pronto se trasladó a la ciudad asturiana de Avilés donde comenzó su formación como artista asistiendo a la Escuela de Artes y Oficios. Años más tarde se trasladó a Madrid, donde asistió a la Escuela de Bellas Artes de San Fernando y a la Escuela de Artes y Oficios hasta terminar sus estudios en 1927. También fue en la capital donde desarrolló su carrera artística.
Su primer encargo importante fue una lápida conmemorativa para Manuel Ventura Figueroa, fundador del Hospital Real de Santiago de Compostela. Desde ese momento y hasta su fallecimiento, en 1989, recibió numerosos reconocimientos, como el Premio Nacional de Escultura en 1933 por su magnífica obra en mármol blanco “Desnudo en Pez”. En la exposición nacional de Bellas Artes de 1952 gana la tercera medalla en dibujo, y en 1954 consigue la primera, en escultura, con la obra “Desnudo andando”, cedida por el Museo Reina Sofía a esta exposición. Fue elegido miembro de número de la Real Academia de San Fernando, aunque después rechazó el cargo, y obtuvo la Medalla de Oro de Bellas Artes en 1983. |
