Algo más de un centenar de vecinos de la localidad de Camba, una de las más montañosas del Concello de Laza y del Macizo Central ourensano (por encima de la cota 1.100 mts. de altitud), celebró este pasado fin de semana la Cea dos Veciños instituida en 1993. De este modo, la celebración cumplió en este 2017 su primer cuarto de siglo de vida, 25 años desde su creación.

Fueron y son los propios vecinos los que sostienen la anual cita del segundo sábado del mes de agosto, coincidiendo con el retorno a Camba del contingente de cambeses emigrados al exterior. Precisamente uno de ellos, Cheché, emigrado a Holanda y ahora retornado como su padre y buena parte ya de su familia, fue el instigador de una celebración que los propios vecinos mantienen escrupulosamente.

La cita supone la participación de todos los vecinos en los preparativos, que comienzan ya a primera hora de la tarde cuando las calles del pueblo se convierten en un asadero, las ollas empiezan a ponerse a punto y el pueblo acaba invadido por el humo de las parrillas y las calles impregnadas de una amalgama de olores de las viandas que los vecinos van cocinando.

La tradición ordena que, nada más caer la tarde, todo sea trasladado a las inmediaciones del río del mismo nombre que el lugar, el Camba, donde ya durante la mañana se ha trabajado en habilitar acomodo a los comensales llegada la hora de la cena. No necesariamente todos han de ser cambeses, cualquier vecino de Camba está facultado para invitar a quien considere acreedor a la confianza de Camba y de los cambeses. Pero sólo ellos sienten y viven el significado de la xuntanza: la vuelta a casa cada verano, cada agosto, del todavía importante contingente humano de Camba diseminado por la geografía nacional y en el extranjero.

No es el turismo el que en agosto multiplica la población en Camba, como ocurre en otros puntos de la geografía española con más suerte. Camba este 12 de agosto multiplicó casi por 7 los 15 vecinos (14 más el pastor del rebaño) que resisten todo el año en este lugar. Muy lejos aún así de los 350 habitantes en más de 80 casas que llegó a tener este lugar a finales de los 40. "Algo é algo, e que nunca sexamos menos", decía alguno a la mesa de la Cea dos Veciños este 12 de agosto.