Tan solo unas pocas horas después del cierre de las urnas, ya podemos hacer un análisis de lo ocurrido en Xinzo. Dejaremos para mas adelante  lo que ha ocurrido en la comarca, haciendo una mención especial al concello de Blancos y al triunfo inesperado de los APGa, con su nuevo alcalde y único alcalde.

A estas alturas, supongo que ya todos sabemos los resultados en el concello y los hemos desmenuzado para saber lo ocurrido. Y para ser honestos solo hay una conclusión del 20-N: el PP y el CHAVELLEIRO o  el CHAVELLEIRO y el PP, han arrasado,  mírese por donde se mire.
Por número de votos y por porcentajes fue un paseo militar. Casi 500 votos de diferencia en tan solo 5 meses y una subida también en porcentaje del 12%, llevan al alcalde a un lugar que puede permitirle ponerle las cosas aún más difíciles a la oposición.
Parafraseando a Julio Cesar, cónsul romano al dirigirse al Senado, podríamos también decir aquello de Veni, vidi, vici.

Pero claro, los datos son así de tozudos para la oposición. ¿Qué va a decir ahora el PSOE, que llevando de cabeza de lista al Congreso a una ilustre vecina, solo consiguió 228 votos más que en las municipales y el BNG, que también llevaba otro vecino de cabeza de lista  y tuvo un descenso de casi 400 votos.

Hace tan solo medio año, todos nos preguntábamos quien era ese famoso “Chavelleiro”, que le había “robado la cartera” en sus propias narices al Sr. Vila y hoy ya puede presumir de romper todos los moldes del PP en el ayuntamiento, permitiéndose encima el decir lo que él piensa sobre los dirigentes autonómicos de su partido.  Dios nos pille confesados… con tanta “chulería” no le arriendo las ganancias a los concejales de la oposición, cada vez que quieran criticarle por la forma de hacer política.

También tienen que tomar nota algunos  ex directivos  del PP que pensaban e intentaron que las urnas le dieran la primera espantada. Chavelleiro, “ponte en guardia” porque como sucede siempre en estos casos y en estas tierras ibéricas,  desde épocas del Medievo se solían  saldar con un duelo al amanecer y tampoco perdonamos al triunfador, porque siempre pensamos que “nosotros” lo haríamos mejor.

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