Puede que esto ya sea definitivo, y Núñez y los suyos tengan que asumir que lo de lo de los Baltar fue lo que quisieron que fuera pero nunca fue porque una cosa es querer y otra es poder. Y que nadie venga con milongas porque si algo está claro a cada mitin, acto y arenga que dieron los Baltar en los días previos y los 250 actos que precedieron al 20-N desde la Convención de Os Milagros, es que con Núñez, Rueda y todos los del PPdeG no se profesan precisamente cariño, aprecio e, incluso, demasiado respeto.
Y aún así a joderse tocan porque números cantan y a los Baltar les acaban cuadrando las cuentas.

Lo de los Baltar es como esa pieza que chirría tanto en el engranaje como resuelve cuando más se la precisa, la mosca cojonera a la que se odia tanto como es preciso hacer de tripas corazón para sonreirle e incluso abrazarles porque no queda otra, porque los resultados son los que son. No importa como el PP respire en el conjunto del Estado o cuanto mimen Núñez y Rueda al resto de las provincias gallegas, en Ourense los Baltar, con episodios como los de Morgade y los 3.000 euros y alcaldesas como la señora de Pardellas en Melón, siempre están por encima de la media gallega. Y si no es así siempre les quedará algún argumento, como que al adversario le fue mucho peor y ese sí que está jodido.

Ya pasó con el padre hace 20 años largos, muy largos para muchos que pensaron que aquel alcalde de Nogueira de Ramuín duraría poco como presidente del PP ourensano. Pero Baltar padre se enrocó en el respaldo de los alcaldes, siempre la misma cantinela, y en los resultados. Y ahora el hijo no puede presumir de la simpatía de la trova alcaldera, pero emplea el mismo sumo argumento: votos, resultados, goles. Por mucho que le guste Ronaldo y el Madrid, B.B. se parece más a Romario, al que le gustaba tanto la juerga como desafiar a su club y al entrenador, y si no me pones y no hay resultados se te viene el estadio encima. Tú mismo...

Y a Núñez tal que así. Si realmente las autonómicas las adelanta el presidente de la Xunta al primer domingo de marzo del año que viene, estas Generales habrán sido las penúltimas del padre. Y las próximas, las de Feijóo para quedarse o para irse, serán las de la confirmación del hijo. Y llegará el relevo.
Los Baltar van a mantener estos próximos meses la maquinaria de su partido en Ourense perfectamente engrasada, seguro. Por si resulta que la despedida de Alberto cuadra con el relevo generacional de los Baltar.

NOTA: Esto no es ninguna loa a los Baltar, por mucho que a sus adeptos les pueda gustar y a sus detractores se le retuerzan las tripas. Sino la constatación de que la realidad es muy tozuda y de que en esta provincia seguimos empeñados en perpetuar lo inevitable

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