Los nacionalistas parecen dispuestos a abrir un juego muy peligroso en el Concello de Ourense, de hecho ya lo han hecho. Desafiar leyes como la de la gravedad sólo puede conducir a caerse, ni más ni menos. Desafiar la posibilidad de alcanzar los llamados gobiernos naturales y especular con gobiernos forzados, sería un suicidio para el BNG en los tiempos que corren para la formación frentista. A estas alturas ya no valen artimañas rodeadas de palabrería y etiquetas confusas, es o no es, es por la izquierda o es por la derecha.

El BNG está, llegada la ocasión, en su legítimo derecho de votar a su candidata. Siendo conscientes plenamente de que abortando en el intento beneficiarán al PP.
Legítimo derecho del que, siquiera, debieron de advertir al electorado durante la campaña. No se en que porcentaje, pero estoy seguro de que, de haberlo hecho, su caída en voto habría sido mayor y superado los 6.000 sufragios perdidos.
Es probable que tal haga Democracia Ourensana, votar a su candidato. Sobre todo porque dos no son tres, dos concelleiros no llegan para armar gobierno, y no tienen los de Democracia Ourensana porque significarse en intentos estériles.

Por múltiples razones, es obvio que el caso del BNG no es el de Democracia Ourensana. Las comparaciones pueden ser odiosas, pero especular siquiera con la misma decisión llegada la ocasión de la sesión de investidura de nuevo alcalde, no es menos peligroso que odiosa pueda ser la comparación.
El caso del BNG es de llave en un nuevo gobierno municipal, y ahora mismo ha empezado a trascender a la ciudadanía que estamos donde siempre, en el poco noble juego de que tanto tienes, tanto vales, y que en esto de la política nada es lo que parece, nada se debe dar por sentado, y todo es negociable.
Eso es y eso quiere decir lo que está diciendo Isabel Pérez y los suyos, dirección nacional del partido incluida, nada más conocerse los resultados. Como si la suma conclusión que hubiera producido la necesaria reflexión tras el batacazo sufrido en las pasadas municipales fuera esa: que ahora mismo todas las posibilidades están abiertas y que todas se pueden poner sobre la mesa. Craso error.

Algo así ni siquiera puede ser un salto adelante, si acaso el producto de la amargura y el enfado, lógico en lo que a Ourense respecta, por unos resultados que los nacionalistas en el gobierno municipal creen que no se merecían. Yo, particularmente, también lo creo así, que ha sido demasiado castigo, demasiada caída, para una labor que quizá mantuvieron en exceso solapada a la del PSOE y Francisco Rodríguez. Primero aquel invento que Alex-Andrés bautizaron como la Tenencia dilapidó el crédito del BNG, y luego los de Isabel Pérez pecaron de exceso de discreción y disciplina, incluso, hasta diluirse y confundirse con sumisión.

Es posible que estemos donde ya estuvimos hace cuatro años. También aquella negociación pareció fácil por natural al principio, pero luego precisó muchos cables, rompió creo recordar que en más de una ocasión, y finalmente llegó a donde la calle, el ciudadano, creía ya hacía varios días que acabaría llegando.
La calle hasta ahora sabe lo que Manuel Fraga ya proclamó un día, que el PP siempre está sólo, que siempre o casi siempre necesita para gobernar mayorías absolutas, que “todos están contra nós”, aleccionaba así don Manuel a los suyos.
Pero no, el BNG nos descubre ahora que la situación puede haber cambiado y la gravedad puede que siga siendo 9,8, pero el suelo y el techo han cambiado de sitio.

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