Veamos.
En A Veiga una asociación pide una subvención para hacer un aparcamiento en un hotel, del que el alcalde es presidente de su consejo de administración, lo mismo que de la asociación, y encima inflan el prespuesto para que le salga gratis. Y cuela.
Y al alcalde no le pasa nada.

El de O Barco de Valdeorras parece haber caído también en acto de servicio de las malas prácticas que se hartó de denunciar en la Deputación, y los contratados se convierten en fijos por arte de birle birloque. Y ni a Baltar le pasó nada ni a Alfredo García le ha rechistado siquiera su partido.
Ejemplarizante.

En Viana do Bolo la Guardia Civil instruye expedientes a los paisanos porque colocan un pastor en una finca como quien coge setas en otoño, sin proyecto técnico de baja tensión, con lo peligroso que puede llegar a ser un artilugio de estos. Y ahora nadie sabe nada.

En Ribadavia el alcalde dice que no le va a pagar a las grandes empresas "porque non precisan os cartos", que ya tardaba en aparecer un Robin Hood que pusiera en esta provincia las cosas en su sitio.
Tú si que vales, Marcos.

Y ahora en Celanova resulta que el Contencioso Administrativo revela lo que, según los socialistas, se parece a los engaños de tiempos pasados, cuando el paisano apenas sabía leer y escribir y con cuatro palabritas finas lo roban, que decía la canción. A saber: no les pudo comunicar a los propietarios el Concello la permuta forzosa porque no sabía de su paradero, pero había estado negociando con ellos aún no hacía mucho; los propietarios le dijeron al Concello que los terrenos estaban en proceso de inscripción en el Registro de la Propiedad, pero ni el alcalde ni los técnicos municipales se dieron por enterados.
Y no pasará nada.

Más de uno debe llevar tiempo suspirando por el derecho de pernada.
A este paso todo llegará.