Hace mucho tiempo que renovar en política es difícil. Ninguno de los partidos que por Ourense concurren a los comicios del 22 de mayo debería, siquiera, mencionar la palabra renovación. Pero sobre todo el Partido Popular.

Manuel Baltar hablaba hace unos días de renovación al 30% en las listas del PP ourensano.
Hace algo más de un año, en vísperas del Congreso en el que se hizo con las riendas de su partido, hablaba, entre otras propuestas, de las nuevas tecnologías, como si para muchos de sus alcaldes Internet todavía hoy no fuera más que un extraño.
En cualquier caso, a los alcaldes del PP la renovación les interesa aún menos que Internet. Ese es el gran problema del partido.

Esa renovación debe ser similar a la irresistible proyección de Sandra Rodríguez Rivera en el PP, número 3 de la lista de Calvos de Randín en las pasadas elecciones, a donde llegó después de ser contratada por su padre como asesora personal del alcalde. Es decir, de él mismo, ¿Calvos un concello pobre, cuando?...
Ahora se escucha que Alberto Pardellas podría resolver de un modo similar la imposibilidad de repetir encabezando por Melón, mejor que todo quede en casa.
A la muerte de Manuel Candal, alcalde de Vilamartín de Valdeorras, ocupó la alcaldía su hija. María Jesús Candal Jarrín vuelve a encabezar en 2011. Seguro que tiene cuerda para rato.

En A Pobra de Trives populares y socialistas tienen un problema común: ninguno de sus concelleiros electos pueden ir en las listas. Gobernaron con una moción de censura cargándose un gobierno independiente, así que la renovación aquí se impone.
Vuelve al PP para encabezar Isauro Pérez, ¿nuevo?, no, empaquetado para la ocasión. Antes de caer en desgracia política había sido concelleiro de Cultura con el actual alcalde, Luís Álvarez, y el chaval apuntaba tanto que, siguiendo precisamente el principio de que todo lo que pueda servir para renovar es malo para el que manda, se quedó fuera de la lista del PP en 2007.
Suerte la suya, porque de la desgracia del veterano Luís Álvarez llega su oportunidad. Que el PP seguro que vende como renovación.

En cualquier caso, nada comparable con Rairiz de Veiga.
El ex BNG Xaquín Rodríguez Ambrosio va disparado como un cohete a demostrar hasta donde puede llegar la ansiedad de los Baltar por conquistar alcaldías al precio que sea.
Lo que para el BNG se convirtió en una larga agonía toda esta legislatura, hace semanas que es para el PP un objetivo y, se supone, que también una alegría: tener a Rodríguez Ambrosio.
Es más, ya no importa que finalmente, por lo que sea, el PP lo descarte. El sólo hecho de haber flirteado con un alcalde que acumula más de 100 informes de Secretaría del Concello contrarios a su proceder, decisiones y acuerdos plenarios, y numerosas sentencias judiciales en las que se le condena por despidos y acoso laboral, con el consiguiente costo económico que esto ha supuesto para un concello humilde como es Rairiz de Veiga, hacen del sólo intento algo suficientemente repugnante.

¿Es esto todo lo que podemos esperar de ese 30% de renovación?