El abismo político
 
Por GRINGO VIEJO
2 de NOVIEMBRE de 2010: OURENSE DIXITAL

Rara vez esta provincia se queda sin su contrapeso. El contrapeso era aquel pedazo de cabeza del pescado que la pescadera te colocaba, quisieras o no, cuando te llevabas sólo una parte de lo más suculento y aprovechable de la pieza.
Se ve que el sistema, dispuesto a perpetuarse sin dejar que el ciudadano nos olvidemos de que este tipo de dislates y personajes existen, no quiere permitirnos que nos olvidemos de lo peligrosos que son este tipo de sujetos.

Ahora está en la cárcel uno peculiar, pintoresco alcalde como ninguno, devoto de José Luis Baltar, pepé hasta la médula en su día según decía él mismo, que arruinó a su Concello. Y lo que es peor, avergonzó a muchas de sus gentes de su condición de naturales y vecinos de Os Blancos. José Antonio Rodríguez Ferreiro enseñó al mundo como se revienta una moción de censura, como se hace el ridículo sin el menor pudor, y como a golpe de hacer lo que a uno le da la gana se acaba dando con los huesos en prisión.
No está en la cárcel Rodríguez Ambrosio, el alcalde de Rairiz de Veiga, pero sus comportamientos han tenido en esta legislatura cierta similitud con los de Rodríguez Ferreiro.

No digo que el alcalde de Rairiz de Veiga acabe yendo a parar a prisión. Sólo que se ha convertido en el alcalde más condenado de todo el Estado por los juzgados de lo Social. Al menos yo no conozco ningún caso que siquiera le pueda hacer sombra. Ni nadie que le pueda hacer sombra en acumular en torno a un centenar de informes de Secretaría de su propio Concello contrarios a decisiones y procederes liderados por él.
Rodríguez Ambrosio hace ya tiempo que decidió precipitarse por la peligrosa espiral del abismo político, desafiar las lógicas de todas las reglas y agotar sin el menor reparo las vías de la propia legalidad como si él fuera el calimero de todas sus causas en vez de todos lo que han tenido que sufrir sus caprichosas y arbitrarias decisiones. Y esto no lo digo yo sino las incontables ya sentencias y jueces que las han producido y las han condenado.

Lo más lógico, por tanto lo más probable, es que llegue un día en que Rodríguez Ambrosio empiece a deslizarse por esa espiral del abismo judicial con la que juguetea desde hace tiempo desde su cargo político de alcalde del Concello de Rariz de Veiga.
Rodríguez Ambrosio no aprendió de Rodríguez Ferreiro que los cargos políticos no dan patente de corso para que un alcalde pueda hacer lo que le da la gana. Más bien tarde que temprano, también es cierto, pero se acaba cayendo porque el momento acaba llegando.
La pregunta es cuándo habrá llegado la hora, ese momento, en que Rodríguez Ambrosio se caiga por el tobogán. Y si, acaso, empieza a ser ahora, a partir de este 2 de noviembre de 2010.

 
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