Han sido el recambio dinástico y la expectante toma de posesión del nuevo presidente de la Diputación los acontecimientos que han acaparado la atención mediática de los últimos días. En sus primeras palabras, José Manuel Baltar ha recuperado aquella estrategia del eje Sur –formado entonces por el tándem Cuiña y Baltar padre más sus respectivas-, centrada en una reorientación galleguista del PPdG pero paralizada por la defenestración de Cuiña y truncada poco después por su fallecimiento.  A falta de apoyo, a Baltar Jr. no le ha quedado más opción que apuntarse, como ha hecho, al orensanismo extremo y excluyente como elemento diferenciador y, a la vez, como parapeto para defender su idílico espacio de poder frente al centralismo regionalista del PPdG.   

Aunque no faltaron loas a su padre, no hubo ni una sola referencia a la continuidad en el estilo ni en la gestión, un tópico político que suele utilizarse para dejar por buena la gestión del saliente. La celeridad en la sustitución del jefe de prensa de Baltar, Francisco González, era ya un primer y claro mensaje de ruptura con la organización doméstica del Palacio y con la proyección de la imagen presidencial. Ni una sola referencia, ni positiva ni negativa, a la Xunta de Galicia salvo ese dardo envenenado disfrazado de “Ourense por encima de todo”. Había que hacer un  punto y aparte en los reproches como los que aderezaron la salida de su padre. Un anterior guiño inicial a Núñez –y quizá algún pacto interno- le valió una tregua inicial y un lleno de sillas preferenciales con conselleiros y cargos orgánicos del PP.

Pero había más para poner en escena esa imagen de modernización palaciega. Al día siguiente de alzar el bastón de mando, el nuevo presidente anuncia que delega funciones en el vicepresidente primero, Rosendo Fernández, su compañero de la asonada contra Manuel Fraga. Poco después, saca una lista de reparto asignando responsabilidades a cada uno de los diputados. Pregunta típica de Historia Antigua: ¿Qué emperador romano delegó funciones en el Senado para tener más poder? Augusto. Ejerció el pleno poder de facto simulando una república. Desafiar al Senado no era buena idea. Su antecesor Julio César había sido asesinado por los senadores más conservadores. Sea cual sea el objetivo final, Baltar tiene una cosa clara: necesita proyectarse como líder aunque esa apariencia de liderazgo pacífico haya costado unas cuantas plazas en la Diputación. 

El tiempo descorrerá el velo pero Manuel Baltar podrá convertir el Palacio Provincial en una plaza de toros, de esas que tanto le gustan al de Muiños, Plácido Alvarez. Arrojará a sus diputados al ruedo para que se peleen con la oposición. Los diputados se verán obligados a defender las secuelas de una deficiente gestión –incluida en el paquete de la herencia- y Baltar Jr.  intentará situarse por encima del bien y del mal reservándose para aquellos temas importantes y de tinte positivo (cuando los haya, claro).

Los desaguisados en el concello de Ourense han pasado a un feliz segundo plano. De momento, el bipartito ha tenido que dedicar más fondos públicos propios (léase de los contribuyentes) para tapar los errores en la reforma de las instalaciones del Campo de la Feria. A la inversión inicial financiada por el Plan E ha habido que sumar los gastos de dos nuevas actuaciones, la última con un coste de 60.000 euros. ¿Han fallado los controles de los técnicos del concello. –que haberlos hailos, y muy productivos al menos por los complementos que perciben- tanto en la aprobación del proyecto como en la ejecución de la obra? Si se han cometido erroresde diseño que nos han costado unos 200.000 euros, ¿por qué se adjudican las reformas a A.R. Gómez y Crespo SA, la misma empresa que fue adjudicataria inicial del proyecto?   

Por lo demás, en la Consistorial todo sigue igual que siempre: más peticiones a la Fiscalía para que se incorpore al ruedo consistorial, nueva sentencia condenatoria de golfería urbanística con indemnización a cuenta de los ciudadanos, reformas para corregir errores en obras ya inauguradas, nueva denuncia por adjudicación a dedo de una obra (la última de de 593.000 euros), nuevo terremoto jurídico en la zona del cada vez más futuro edificio judicial, …

Y en la provincia, pocas novedades en el habitual estilo de gestión municipal: no se puede abrir una lavandería municipal porque -¡jozú- hay que mantenerla (Piñor), suben las tasas de servicios sociales (Muiños), dosis de creatividad en las tasas municipales (en O Barco, por abrir zanjas), …

No mucha más eficaces son nuestras autoridades ambientales. Tuvo que ser un trabajador cabreado el que arrojase luz sobre un enterramiento ilegal de vertidos, situado justo al lado de una fábrica de pinturas que ya había sido sancionada. A raíz de los múltiples y delictivos vertidos en el río Barbaña, una simple inspección rutinaria de las empresas potencialmente más contaminantes hubiera permitido descubrir indicios de esa, al menos, mala práctica ambiental.

Así que los residuos seguirán ocupando titulares y para ello tendremos más capítulos del culebrón de la incineradora. Si ya no había mucho más transparencia, el recién estrenado presidente de la Diputación ha añadido más oscurantismo y confusión en torno a la incineradora. Ha dicho que “no hay una localización exacta”, que sólo existe una propuesta de la promotora Estela Eólica. La verdad es que tiene razón. No se conoce una sola evidencia (documental) de esa “planta ambiental”, como la ha bautizado Manuel Baltar.

Más lejos de la ciudadanía rasa, en la estructura del BNG empiezan a aparecer jirones, a Pachi Vázquez se le acaba el tiempo para poner orden en el gallinero en que se ha convertido el PSdG-PSOE. Y eso que, de momento, sólo hay un gallo. Pero por de pronto, Núñez Feijoo puede estar tranquilo y acabar de redactar su prontuario de autoalabanzas y superficialidades aunque cada día le salpiquen más y más indicadores económicos negativos.

Pasa el tiempo y, aparte de más pobreza, las entidades que materializan el cuerpo a cuerpo con los necesitados lanzan una nueva alarma de que cada vez tienen menos medios. A ver si hay alguien al otro lado.