Los políticos esquivarán los debates. Y si así le llaman a algo parecido que se pueda organizar, podremos valorar sus dotes monologuistas. Se enviarán cartas reprochándose deslealtades, como si de amantes despechados se tratara. Es ahora el estilo de la nueva dialéctica partitocrática, empeñada en hacer desaparecer el diálogo.

Competirán a ver quién dice la tontería más mediática, dosificadas si hace falta para que una no entierre a la otra. Su imaginación les hará levitar muy por encima del sentido común, pero ya no importa; cada vez son menos los estafados. Nos intentarán sobornar con prebendas gratuitas pero así podremos ser espectadores de una gran carrera de oportunistas.

Serán condescendientes con nosotros. No nos estresarán hablando de los grandes problemas y cómo piensan afrontarlos desde el gobierno municipal. Sus thinks tanks de campaña se centrarán en escenificar su culto a la personalidad: sus poses, sus fotografías retocadas, sus frases gloriosas, …

Así que disfrutemos hasta el 22-M.
Durante estos quince días podremos deleitarnos con la sensación placentera de que no nos acecha ningún problema.