Cayó el sueño de Rosa y Miguel, que siempre creyeron legítimo pero que nunca acabó de ser legal
 
 
La vivienda de Reza de Rosa y Miguel empezó a media mañana de este miércoles a ser historia, pero también por ser la primera habitada que se echa abajo en esta ciudad por sentencia judicial y por la inquina de disputas entre vecinos puerta con puerta. Mientras el alcalde repetía en Pleno este miércoles que él sólo hacía lo que el juzgado le ordenaba, las máquinas empezaban a demoler mientras la familia, impotente, asistía al final de un sueño que creyó siempre legítimo y sobre el que levantó una casa que, finalmente, nunca llegó a ser legal
 
 
 
 
 
 
11 de JUNIO de 2015: OURENSE DIXITAL de 2015

Desde media mañana de este miércoles, 10 de junio, la maquinaria da cuenta de lo que ya han empezado a ser ruinas de la vivienda de Rosa Alonso y Miguel Fernández en el barrio ourensano de Reza. Después de ser desalojados aquellos que se encontraban en el interior del recinto domiciliario, entre fuertes medidas de seguridad y un cordón policial "asegurando el perímetro" que evitó también la entrada a los periodistas, la demolición de la vivienda dio comienzo sin apelación alguna posible de la familia, acompañantes y otras personas afines a la causa de no derruir.

En la vivienda y los jardines de la misma habían hecho noche algunos amigos de Rosa y Miguel que, una vez sabido que el alcalde de la ciudad había ordenado el segundo intento de demolición este miércoles, volvieron a acompañar a la familia. Poco antes de las 7 de la mañana, con las primeras luces del día (el juez indicaba que la demolición debía llevarse a cabo siempre de día), tuvieron constancia de movimientos de las fuerzas de seguridad estableciendo los primeros controles del perímetro de la vivienda. Sin embargo no eran los primeros, porque, según pudo saber este diario, la Policía Local había dispuesto una discreta vigilancia del entorno de la casa durante toda la noche y, especialmente, a partir de las 4 de la madrugada.

A las ocho y media de la mañana dio comienzo el desalojo de todos los presentes en el interior de la vivienda de Rosa y Miguel, y a eso de las nueve las máquinas empezaron a tomar posiciones. El inicio del derribo estuvo marcado por escenas de desesperación y angustia sobre todo por parte de la familia afectada y protestas de decenas de personas que la respaldaban mientras portaban pancartas en las que inculpaban a anteriores alcaldes como Manuel Cabezas y Enrique Novoa del devenir de una situación urbanística cuyos inicios de remontan a hace 24 años. También se vertieron gritos y acusaciones contra el vecino de Rosa y Miguel, al que se vincula al PP y a quien se imputa buena parte de lo sucedido porque de él partieron las denuncias que desembocaron en la demolición de la vivienda.

Con las máquinas dispuestas ya para iniciar el derrumbe, parte de los presentes en Reza desde muy primeras horas de la mañana optaron por desplazarse a la capital donde la Corporación Municipal celebraba dos sesiones plenarias la mañana de este miércoles. Consiguieron llegar incluso antes de que finalizara el primer pleno, de puro trámite para aprobar actas de sesiones anteriores sujetas a correcciones, en cuyo transcurso la concelleira del BNG, Ximena González, reprochó al regidor municipal la prisa que se dio en ejecutar el derribo cuando, según ella, pudo haber prescindido de hacerlo a sólo 72 horas de ser relevado en la alcaldía. "O Alcalde que eu mesma cría ía ser lembrado pola súa incapacidade na xestión pública pasa a ser agora o Alcalde que se empeñou en derrubar a casa de Miguel e Rosa en Reza. Un Alcalde incapaz de estar á altura das veciñas, empeñado en apurar todos os procedementos administrativos, mesmo con claras chapuzas administrativas co único fin de derrubar unha vivenda á maior brevidade posíbel, mentres durmen nos caixos do Concello dúcias de sentencias xudiciais non executadas", reprochó al regidor municipal la concelleira saliente del BNG.

Por su parte, Agustín Fernández recalcó que, como alcalde, no hacía más que cumplir con la obligación de ejecutar una sentencia (la del Contencioso Administrativo núm. 1 de Ourense ordenando el derribo), insistió en que "a ninguén nos gusta este tipo de cousas" y desmintió que hubiera actuado con exceso de premura y más allá de que "ao que nos obliga a ley".

 
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