“Que llevemos 300 años y que siga asentando el edificio, eso es fatal”, afirmó este martes el ingeniero Luis Maroto Cervera, al referirse al Santuario de Nuestra Señora de Las Ermitas de la localidad del mismo nombre en el Concello ourensano de O Bolo.
Luis Maroto está al frente de un equipo de 7 expertos que durante los últimos años viene haciendo seguimiento permanente de la situación del Santuario. Los resultados de ese seguimiento aparecen recogidos ahora en una publicación en la que ha colaborado la Deputación de Ourense, y en la que Luis Maroto señala que “estoy preocupado por la pereza que tiene la administración por no poner remedio” a esta situación.
El seguimiento practicado en los últimos años ha disparado las alarmas, al punto de que al responsable de dichas labores no le importa que se hable de tal si con ello, dice, se consigue despertar de la “pereza” a las administraciones públicas.
Maroto Cervera señaló que durante este pasado invierno, a causa de la cantidad de agua de lluvia caída, “la deformación y el hundimiento del edificio ha producido un asiento del orden de 2 milímetros, cuando en los últimos 5 años había asentado sólo un milímetro, lo que quiere decir que esa deformación aumentó de forma considerable”.
El técnicamente denominado “asiento” del Santuario “no se produce de forma continuada”, señaló Luis Maroto, sino producto de “acciones externas” como pueden ser las lluvias, que entran por las laderas de la empinada montaña en la que se asianta el edificio para, luego, filtrarse en el Santuario.
Tampoco se produce exactamente en vertical, sino que se produce una especie de sutil corrimiento del edificio hacia el río Bibei es decir, ladera abajo.
De hecho, Maroto señaló que el muro que delitima el Santuario y que está orientado hacia el río es decir, por el extremo inferior de la construcción, se inclinó en los últimos cuatro años dos milímetros y medio.
Luis Maroto precisó que, cuando menos evitar las filtraciones de agua de este pasado invierno representaría una inversión que se movería entre los 100.000 y los 120.000 euros, y “no sería tampoco demasiado complejo”.
Sin embargo, “ya en un primer momento quisimos analizar qué es lo que está ocurriendo, y nos dimos cuenta de que nos faltaba el apoyo del Obispado porque no tenía medios, y de las administraciones porque no tienen la conciencia de que esto es preocupante”, señaló el responsable del equipo de seguimiento del Santuario.
|