Desde este jueves, 4 de febrero, el Centro Social de Caixanova en Ourense acoge una muestra antológica del pintor noiés Alfonso Costa Beiro. La exposición, que recorre toda la trayectoria del artista de la mano de sus obras más espectaculares y significativas, podrá visitarse hasta el 14 de marzo.
El viaje comienza con una representación de obras realizadas en los años 60, en las que la frescura y la inocencia se mezclan con un absoluto dominio del dibujo y del color que le acompañará en todas sus piezas. A continuación toma relevancia la década de los 70, que, en palabras del crítico Juan Manuel Monterroso, “con su correspondiente prolongación en los años ochenta y noventa, supuso para Alfonso Costa el descubrimiento de una forma de expresar su universo personal. Las obras de estos años, como el resto de su producción a partir de esos primeros tiempos, se convierte en un testimonio de su carácter de artista personal, de un profundo humanismo, de una contundente carga emocional y de una intensidad narrativa que sólo tiene sentido a través de la figuración”.
Alfonso Costa (Noia, 1943) vive su infancia y adolescencia en la villa natal hasta que a los diecisiete años se traslada a Barcelona.
Desde su primera exposición en Jaén trabaja de modo incansable y es seleccionado para una muestra colectiva de dibujo que lleva el nombre de Joan Miró.
En 1972 se le concede una beca de la Fundación March para conocer Florencia, hecho que tendrá una influencia decisiva en su futuro estético, realiza carteles y participa en colectivas internacionales. Realiza series de grabados que incrementan su prestigio y forma parte de muestras que recorren La Habana y Lisboa.
En 1984 concluye uno de sus grandes empeños, una pintura de 2.000 metros cuadrados, iniciada tres años antes, en el Instituto Frenopático de Barcelona.
Los años 80 son de intensa actividad para el artista, que ha consolidado su fama en el extranjero, principalmente en Francia y en Alemania. En 1988 realiza una gran exposición en el Kiosko Alfonso de A Coruña, que demuestra a sus paisanos la justificación de su fama.
La pintura de Costa Beiro es un personalísimo expresionismo lírico. Sus figuras danzan y poseen una incontenible dinámica. Basada en un prodigioso y rítmico dibujo, la materia es leve, con texturas muy ricas y contrastes tonales de efectismo de vidriera. |
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